Para liberar a la palabra.
Liberar la palabra para marchar sin miedo.
Dejarla ser pichón de una ave blanca.
Cómo piedra renacida elevarla para,
La palabra sin decir nada, sin duelos,
rompe a tajos la selva en la garganta,
restañando mis heridas se agiganta
derrotando tanto manso y tanto ciego.
No me digas que sujete la palabra,
que la abrace con el alma perezosa,
que la encierre en mi cabeza, que no abra
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