viernes, agosto 19, 2022

Julio Hernández

 Para liberar a la palabra.

Liberar la palabra para marchar sin miedo.
Dejarla ser pichón de una ave blanca.
Cómo piedra renacida elevarla para,
raudo como un rayo, emprender vuelo.
La palabra sin decir nada, sin duelos,
rompe a tajos la selva en la garganta,
restañando mis heridas se agiganta
derrotando tanto manso y tanto ciego.
No me digas que sujete la palabra,
que la abrace con el alma perezosa,
que la encierre en mi cabeza, que no abra
la cancela de la cárcel de mi prosa.
La palabra es la voz que a mi voz labra
convirtiéndola en un arma peligrosa.



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