domingo, septiembre 11, 2022

Joaquín Sabina & Fernando León

 El regreso de Sabina: documental con Fernando León, disco, gira y ajuste de cuentas con la izquierda latinoamericana

Durante más de una década, Fernando León de Aranoa ha seguido con su cámara al cantante. Sin guion. A base de complicidad y respeto. El resultado es ‘Sintiéndolo mucho’, más un documento que un documental.

Cuando Jimena Coronado salió de ver Sintiéndolo mucho le dijo a Joaquín Sabina, su marido: “Te ha sacado el alma”. Sabía de lo que hablaba después de casi tres décadas de convivencia con el cantante, el hombre que quedaba ahí, en pantalla, retratado después de comparecer durante 14 años ante la cámara de Fernando León de Aranoa. Probablemente se refería al alma envuelta en un halo quebradizo de humo que supura verdad. A los rastrojos de su corazón bajo el bombín. El último aliento de una carrera que se va cerrando sin fecha prevista, después de más de medio siglo. Queda así atrapado ese tramo de su trayectoria en una película que es más un documento que un documental; que servirá de guía para quien desee conocer los latidos del Sabina crepuscular.

Es mucho lo que se ve en esas imágenes. Y todavía más lo que se intuye. Retrata a un hombre que desafía a la vida y a la muerte, que se toma a chirigota, pero algo también más en serio, desde su casa de Tirso de Molina, la llamada del comendador. Pareciera que el creador del mito de don Juan lo vigila de cerca y que Sabina se da cuenta. Él había venido al mundo para llevar a cabo un plan machadiano: “Ser acaso profesor de instituto y escribir alguna novela que no leería apenas nadie”, dice. Pero un buen día agarró su guitarra y el plan se truncó. Hasta hoy.

Observamos en cada plano de Sintiéndolo mucho el miedo y la alegría de sacar a flote una canción; el respeto a su oficio o la impotencia por no poder dar más de sí sin dejar a veces de ser, como dice él, “dueño de lo poquito que sé hacer”. También la fragilidad de un icono venerado al que todo se le perdona: bien que haga mutis tras un ataque de pánico, que se quede en blanco o que se caiga ante 15.000 almas y apenas nadie pida que le devuelvan la entrada. Es el perpetuo anarco lúcido ante sus escasas fuerzas, aunque jamás sospechara llegar a los 73 años. Consciente de vivir una prórroga tras el ictus que sufrió en 2001, pero que no respeta los consejos del médico; el que tiembla si se terminan las reservas de alcohol o echan la persiana los estancos…

La estatua de piedra que conmemora al autor de El burlador de Sevilla da la espalda a su balcón, y uno puede sospechar que cuando se asoma a la ventana para atestiguar la corriente que discurre en la calle, cigarro va, cigarro viene, teme que este se torne para atraparlo y llevárselo en un mal sueño. No por casualidad, ha vivido con siete gatos, producto quizás de su respeto al mal fario o como resquicio de buen andaluz, nacido en Úbeda. Nota aquí.









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