A Joan Manuel Serrat
ENTRE ESE TIPO Y YO HAY ALGO EMOCIONAL
No es el color de tu mediterráneo.
No son tus versos costumbristas que apaciguan tempestades.
Ni tus significantes que signan,
con exquisita precisión,
la esencia de nuestros significados.
No es tu talante cotidiano
que esculpe ventanas a las calles
de un país aún enfermo de tiempo y de memoria.
Ni tan siquiera tu hermosa utopía que alborota los gallineros de los pusilánimes.
No. No es eso exactamente.
Tampoco tu talento y maestría en el arte de la alquimia para destilar emociones.
No es ese deje catalán.
Ni esa socarronería irónica.
Ni la didáctica cívica y necesaria de tu dialéctica.
Ni tan siquiera ese gran día que hilvanas con optimismo en cada manojillo de sueños.
Tampoco tus musas
que aletean en el techo remontando barquitos de papel.
Ni los Benitos que pueblan tus canciones.
Ni el carrusel que gira para desentrañar la libertad.
Ni siquiera las pequeñas cosas que discurren agazapadas entre bambalinas.
No. No es eso exactamente.
Es tu digna vocación de maestro titiritero.
De prestidigitador emocional.
De soñador de pelo largo.
Es la familiaridad con la que tus ojos retratan el paisaje de la vida,
nuestra vida,
aquella que, de vez en cuando,
nos besa en la boca.
Te guste o no,
eres tú,
querido Tarrés,
estimat Serrat.
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