lunes, noviembre 28, 2022

Antonio López

 “Las protestas en los museos por el cambio climático me parecen algo sucio, desagradable y basto”

El maestro del realismo, de 86 años, sigue entregado cada día a su obra, concentrado en un “reportaje pintado” de unas 25 obras sobre él y su familia.

Desde hace unos cinco años, Antonio López García se despierta “regular”. “Sueño cosas feas”, dice. Nacido el 6 de enero de 1936 en Tomelloso (Ciudad Real), uno de los artistas españoles más grandes del último siglo tiene que dejar cada mañana que pasen los minutos para que todo en su cabeza vuelva a su sitio. Entonces también puede ponerse a pintar, por ejemplo, esas flores —uno de sus motivos predilectos— que tiene en su casa desde hace un par de años y en las que plasma cómo se las come el tiempo, con la minuciosidad y realidad poética características de su arte.

El pasado jueves, el maestro del realismo, de 86 años, premio Príncipe de Asturias de las Artes y premio Velázquez de las artes plásticas, dejó los pinceles para reunirse durante tres horas con una veintena de personas en la sede de la empresa cultural La Fábrica, en Madrid, dentro de un ciclo titulado Campus, en el que se invita a figuras de la cultura española a charlar con un grupo en petit comité. Un rato antes concedió esta entrevista en exclusiva, a la que acudió vestido con su habitual sencillez, que no casa con ese complejo laberinto que para él es el arte y que, sin embargo, parece tener ordenado en la cabeza. Hablar con él es como viajar por la historia del arte, de las pinturas de las cuevas de Altamira al genio que más admira, Velázquez, y de Fidias al arte contemporáneo. Lo hace con frases lapidarias, pero sin vehemencia, y para no caer en la solemnidad rompe de vez en cuando su discurso con alguna carcajada. “No soy optimista, es difícil serlo, aunque me gusta el mundo y estar con la gente”.

Pregunta. ¿Cómo se encuentra tras la pandemia?

Respuesta. ¡Tendría que decir que bien! Pero lo de la covid creo que es el resultado del comportamiento que tenemos. Es síntoma de una forma indebida de relacionarnos con los animales.

P. ¿En qué está trabajando ahora?

R. Casi nunca he estado con una sola cosa, quizás es algo que aprendí cuando fui estudiante de Bellas Artes [comienzos de los cincuenta] y teníamos cuatro asignaturas al día, alternábamos pintura, escultura. Yo estoy todo el día en la tarea y me resulta más difícil llevar una sola cosa que varias a la vez.

P. Cuáles son las más urgentes que debe terminar.

R. Casi todas son elegidas por mí, menos algún encargo. Llevo unos cinco años trabajando sobre mi vida en mi casa, una especie de reportaje pintado de mí y de mi familia. Son unas 25 obras que cojo y dejo. Luego están las tres puertas para la catedral de Burgos. Para esto voy a la fundición casi todos los días, he acabado la segunda y vamos por la tercera. Nota aquí.




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