LA CALLE
He recorrido esta ciudad
de punta a punta
casi todos los días
Abriéndome paso a codazos
en las vísperas de fiesta,
o a través de las madrugadas
fantasmagóricas
de los días laborables de invierno,
o solo y borracho y mojado
hasta los cuernos,
o en compañías que mejor ni recordar.
Estas calles no guardan secretos para mí.
Conozco sus plazas, sus antros,
sus mujeres, el brillo
de una navaja al doblar una esquina,
el calor de una mirada
desde el fondo de un bar.
Hubo un tiempo en que el cielo
se miraba en ellas.
Yo formé parte de aquello.
Eso ya nadie me lo puede arrebatar.
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