Confesiones cursis de un poeta premiado
Esta semana he tenido la suerte de recibir en Venecia el premio Eugenio Montale Fuori di Casa por mi trayectoria poética. Además de sentir un agradecimiento sincero porque se trata de una distinción prestigiosa, la ocasión me ha servido para disfrutar con un humor tranquilo de todo lo que cabe en la palabra trayectoria, además de los años, los muchos años que han pasado desde que publiqué mi primer libro. Está muy bien aprender a mirarse en el espejo del cuarto de baño, ya sea en la propia casa o en un hotel. Dentro o fuera, mirarse a los ojos convierte a la poesía en un ejercicio de conocimiento.
Aludo al humor porque es un buen recurso para huir de la vanidad y las solemnidades sin quitarle importancia a las cosas de la vida. Me resultó divertido, y me hizo recordar viejas polémicas, recibir un premio en Venecia, tierra sagrada del esteticismo lírico, por ser “el representante principal de la llamada poesía de la experiencia”. Quien conozca las trifulcas, afirmaciones y negaciones de la poesía española de los últimos 40 años, tendrá muchos motivos para sonreír. Se nos llamó con desprecio poetas de la experiencia a unos jóvenes que en los años de la Transición empezamos a hablar de la vida española cotidiana con taxis, barrios y pocos adjetivos extravagantes, cuando era costumbre reducir la belleza a los abanicos ofrecidos por los palacios del Gran Canal, los jardines de Versalles, las deconstrucciones o el irracionalismo. Estar en Venecia por ser una voz de compromiso cívico y un poeta de la experiencia no deja de tener gracia.
Pero la gracia se me corta un poco cuando leo que soy “el representante principal”. Acostumbrado durante años a llevar con paciencia la hostilidad de mis enemigos, me asusta un poco sufrir ahora el resquemor de los amigos. Ya sé que esas fórmulas pertenecen al protocolo de las presentaciones y los premios y que forman parte del uso agradable del obsequio más allá de una imposible jerarquía. En los encuentros poéticos el mismo presentador puede hablar de cinco autores a la vez y cada uno es el más destacado de la actualidad. ¿Machado o Juan Ramón? ¿García Lorca o Cernuda? ¿Blas de Otero o Gloria Fuertes? Pues depende del gusto de cada cual y de cada momento. El amor por la poesía enseña que uno es más feliz cuando disfruta de todos y no prescinde de nadie. Así que otra sonrisa para la palabra principal, aunque sé por experiencia de poeta de la experiencia que conviene ir con cuidado porque los poetas, sean de la experiencia o no, en Venecia o en Carabanchel, somos muy susceptibles. Nota aquí.
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