"Siempre que haya historias para contar será una alegría"
“Me encantó la idea de meter en un barco a una pareja muy paqueta y preciosa, pero que atraviesa una crisis muy importante que en la superficie no se nota", cuenta Díaz.
No todo lo que brilla es oro es un aforismo que aplica perfecto al matrimonio compuesto por Nacho (Leonardo Sbaraglia) y Lucía (Julieta Díaz). Es probable que nueve de cada diez personas que los vean sin conocer la interna piensen que se trata una pareja digna de una publicidad: facheros, una buena casa, un trabajo como productor de series para él y como dueña de un restaurant para ella, un lindo auto, una hija… Pero puertas adentro las cosas son distintas, con Lucía hastiada de una vida laboral y amorosa que no las satisfacen y Nacho manejando altísimos niveles de alienación a raíz de un proyecto con Natalia Oreiro como protagonista a punto de cerrarse. Una escapada a navegar en un coquetísimo yate junto a un amigo de él y su joven pareja (Marco Antonio Caponi y Zoe Hochbaum) debería funcionar como un paréntesis de la rutina, pero terminará marcando un quiebre de consecuencias inimaginables. ¿Qué consecuencias? Para saberlo habrá que acercarse a salas desde el jueves, cuando llegue a la cartelera comercial Asfixiados.
La película de Luciano Podcaminsky fue rodada casi íntegramente a bordo de un yate. La serenidad del océano es opuesta al crescendo de tensión e incomodidad entre Nacho y Lucía, un proceso acelerado por la posibilidad de espejarse en la relación de la pareja amiga. “Me encantó la idea de meter en un barco a una pareja muy paqueta y preciosa, pero que atraviesa una crisis muy importante que en la superficie no se nota, y también la cosa medio teatral de tener a cuatro personajes encerrados”, cuenta Julieta Díaz ante Página/12, quien define a Lucía como “una mujer muy amorosa, medio francesa y elegante, que intenta sostener el equilibrio a través de la meditación y demás”. Otro punto a favor a la hora de aceptar el papel, afirma, fue “la aventura de filmar en un barco, algo que después fue difícil”.
-¿Por qué?
-Yo me mareo mucho, así que estuve con muchas pastillas. Filmábamos todos los días durante doce horas, lo que tuvo cosas divinas, pero también otras que no. Fue una experiencia sostenida por una producción muy fuerte, muy atenta y con mucha presencia. En ese sentido, estuvo bueno. Además, todas las escenas nocturnas las filmamos en estudios, por lo que tuvimos que replicar el barco, el movimiento, la lluvia... Fue un gran desafío tanto para nosotros como para el equipo técnico. Nota aquí.
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