lunes, abril 24, 2023

Dos Passos

 Dos Passos vive en Malasaña

John Dos Passos cubrió en Madrid el comienzo de la Guerra Civil apoyando a la República y un bar lleva su nombre. Su dueño ha hecho del torrezno el eslabón perdido entre España y el escritor estadounidense.

Demetrio y John Dos Passos son igual de calvos y ven igual de poco, uno usa gafas y el otro era tuerto desde que se dañó un ojo en un accidente de tráfico. El primero nació en Chicago y escribió una de las grandes obras de la literatura estadounidense del Siglo XX, Manhattan transfer, y, el segundo, tiene 55 años, nació en Vallecas y sirve cada mañana una obra cumbre de la cocina nacional: los torreznos de su madre. El primero se graduó cum laude en Harvard y el segundo se formó en Hard-bar, o sea, trabajando desde los 14 años detrás de la barra del bar de Madrid que lleva el nombre del escritor estadounidense.

Se trata de un austero local en el número 42 de San Bernardo y la calle Pez. La cafetería Dos Passos tiene un único mobiliario de seis mesas, 22 sillas y una barra de aluminio donde lo más moderno es la máquina que hace sola los zumos de naranja.

Estos días de abril se cumplen 86 años de la llegada a España de Dos Passos y Ernest Hemingway para rodar una película a favor de la II República antes del distanciamiento entre ambos por el asesinato de su amigo José Robles. Cuando llegó a España, Dos Passos había publicado ya su trilogía USA (El paralelo 42, 1919 y El gran dinero) que lo habían consagrado como una de las estrellas de la literatura de entreguerras.

Demetrio Gallego también es conocido en el barrio por haber sobrevivido con el negocio familiar entre otras dos guerras. Una, durante los años de la droga y la prostitución de Malasaña de los años ochenta y la actual, la del Madrid de neón, Airbnb’s, vapeadores, postureo y gin-tonics de 12 euros que han orillado al último Fort Apache del azulejo. Un lugar sin glamour ni GPT donde aún gobierna el canapé formado por un trozo de pan, un triángulo de queso con las esquinas levantadas y un palillo clavado. A ambas guerras ha sobrevivido sin descolgar uno de los pocos carteles del local: “No se sirve alcohol antes de las 11 de la mañana”.

Según cuenta el hostelero, hasta 1958, donde hoy está el bar, había un ultramarinos. Ese año, un entusiasta compró el local y abrió cuatro cafeterías Dos Passos en Madrid. “Posteriormente, fueron cerrando hasta que en los años setenta mi familia llegó de Vallecas y compró el negocio”. “Por aquel entonces nuestros clientes eran los funcionarios del Ministerio, las prostitutas de la zona o los profesores del Cardenal Cisneros”, dice sobre su barrio.

A 600 metros del canapé, en la plaza de Callao, se levantaba en 1937 el mítico hotel Florida, donde hoy está El Corte Inglés. Ahí se alojaron en los primeros meses de la guerra Hemingway, Martha Gellhorn, Virginia Cowles, Ilyá Ehrenburg o Saint-Exupéry, que había llegado a la ciudad pilotando su propio avión. El hotel tenía varias ventajas: tenía baño propio, era el lugar donde se quedaban casi todos los corresponsales y se podía ver el frente de batalla. Caminando podían recorrer los cafés de la ciudad y enviar sus crónicas desde el edificio de Telefónica, donde Arturo Barea se encargaba de censurar sus reportes. Nota aquí.



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