viernes, abril 14, 2023

“No hay bar que por bien no venga”

Salvar el bar del pueblo por ley: el Congreso estudia proteger con ayudas los locales que insuflan vida a municipios pequeños

Teruel Existe intenta poner de acuerdo a los partidos para dotar de beneficios fiscales a las tabernas rurales, incluyéndolas en la “economía social”

Buenos días por la mañana!

—¡Muy buenas, jóvenes!

Gregorio García y Manuel Hernández no son tan jóvenes, pero sus 75 y 66 años tampoco suponen vejez en la Soria despoblada. Al asomarse al bar del municipio de Renieblas (109 habitantes) aparecen sendos vasos de verdejo. La camarera, Andra Lazar, rumana de 34 años, saluda a esos nómadas de taberna, pues en sus pueblos ya no hay bar y migran al más cercano por un vino y una charla. “Calderuela está muerto. Desde que cerró el bar, cayó en picado”, lamentan ante el resto de la clientela, que mantiene entre taburetes y botellines un reducto de vida social. La despoblación condena a los establecimientos rurales, necesitados, para sobrevivir, de implicación popular. Y de empujoncitos políticos: Teruel Existe ha presentado en el Congreso una proposición de ley para incluir estos negocios en la Ley de Economía Social y dotarlos así de ventajas económicas, fiscales y administrativas. La iniciativa, que beneficiaría a “los establecimientos de hostelería y restauración” y los “pequeños comercios, incluida la venta ambulante”, que prestan sus servicios en pueblos de menos de 200 habitantes, inició su tramitación hace dos semanas con el apoyo de la práctica totalidad de la Cámara baja. Ahora los grupos deberán afinar el contenido del texto.

“No hay bar que por bien no venga”, “no entendí que un pueblo sin bar muere hasta que vine hace cuatro años. ¡Qué harían si no!”, exclama Lazar, gerente del oasis, entre calles desérticas y persianas bajadas. Los parroquianos forman una familia consciente de que, sin consumir, perderán este ágora. Teófilo Martín y Rosa de la Nava, de 52 años, celebran la existencia de ese “punto de encuentro” donde las señoras echan la partida y que se sostiene con cafés, cervezas o cenas. La golosa Manoli, de 80, compra cada vez 20 helados que saborea luego poco a poco en casa, los días de recogimiento. Los mayores vieron a Sergio Gallardo, de 34, criarse allí hasta que su familia, que regentaba el bar, se jubiló y dio paso al mando actual. “Hay gente que viene poco, pero si cierra se enfada”, señala el joven.

Cómo lo añorarían si eso ocurriera, comentan. El diputado Tomás Guitarte recogió este sentir al exponer la propuesta legislativa; recordó, por ejemplo, que en Jabaloyas (Teruel, unos 100 habitantes) una moción de censura descabalgó al alcalde que había permitido que cerrase la taberna, y reivindicó “el servicio básico” que estos locales aportan en localidades pequeñas. Nota aquí.





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