El pueblo argentino que asfaltó un boulevard para un príncipe y el teatro lírico que quedó grande
Ernestina es una localidad del partido de 25 mayo de 150 habitantes, y sus calles resguardan muchas historias. Una incluye a un miembro de la corona británica, y otras recuerdan el modelo agroexportador en su máximo esplendor. La partida de los jóvenes, una realidad que le duele a los vecinos.
A 160 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires se encuentra la pequeña localidad de Ernestina, en el partido bonaerense de 25 de Mayo. La estación ferroviaria del pueblo lleva el mismo nombre, pero el tren ya no pasa. Esa es solo una de las razones por las que la despoblación fue aumentando en las últimas décadas hasta reducirse a los 150 habitantes. Cada uno de ellos atesora los momentos de la historia que resguardan sus edificios y la mística de sus calles. En diálogo con Infobae, Fernando Terrizzano, el médico del pueblo que asistió desde fracturas hasta partos de los bisnietos de sus vecinos, revela algunas anécdotas de su vida allí; además de los testimonios de Guillermo Picaporte Cavallero, el primer y único delegado municipal del lugar hasta el momento, y del actor Sergio Pasta Dioguardi, que se desempeña como Director de Turismo.
A una hora de viaje desde el centro de Lobos, el partido vecino, la postal que recibe a los visitantes es la de un boulevard de dos cuadras, con 12 palmeras Phoenix Canariensis distribuidas en hilera. Fueron traídas desde las Islas Canarias a fines del siglo XIX, en la misma época en que se plantaban en la Plaza de Mayo, y a los lados las acompañan varios naranjos. Los altos árboles dan cuenta del tiempo que ha pasado desde ese entonces: la fundación oficial fue en 1896, año en que pasó por primera vez el ferrocarril para llevar los granos al puerto, pero casi medio siglo antes ya había llegado la familia Keen, que por cinco generaciones convirtió las 10.000 hectáreas que recibió en una de las pujantes sedes del modelo agroexportador. Nota aquí.
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