Cortázar, “Rayuela” y Buenos Aires, o cómo un libro te puede cambiar (en serio) la vida
Un enamoramiento que parecía de un hombre pero era de una ciudad. Una novela que hoy cumple 60 años y que revolucionó la literatura de todo un continente.
Eran principios de los 90, tenía 20 años, vivía en la Ciudad de México y estudiaba periodismo. En uno de los últimos semestres, el profesor de Literatura nos encargó escribir la biografía de algún escritor. Elegí a Julio. Aunque de él sólo había leído Historias de cronopios y de famas, creí que sería suficiente. La propuesta era que los alumnos leyéramos los perfiles en voz alta.
Así lo hicimos, pero mi texto era un relato cronológico, anodino. Sobre todo, sin corazón. El maestro me retó y me dijo que debía rehacer la tarea; y para rehacerla, era indispensable leer más libros de Cortázar. En especial, la famosa Rayuela. No sabía de qué se trataba y el nombre no me decía nada, porque en México al juego de la rayuela lo llamamos “el avión”. Era un misterio que ya iba a descifrar.
En esa época ya trabajaba en un diario y estaba a punto de cumplir mi anhelo infantil de vivir sola y dejar de compartir espacio, habitaciones y camas con mis siete hermanas. Era tanta mi urgencia por irme de la casa familiar que alquilé un departamento que todavía no tenía luz, ni cama, ni tele. Nada. Nota aquí.
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