martes, agosto 15, 2023

Juan Villoro

 "No se trata de mejorar al padre, sino de conocerlo"

A partir de los descubrimientos que hizo sobre una figura paterna "que se me escapaba con frecuencia", en su nuevo libro el escritor y filósofo mexicano-catalán despliega una historia apasionante que incluye al fútbol como conexión, las dificultades de llorar y la cultura de la cancelación. 

Un hijo habla de su padre. Nada más antiguo, nada más actual. El padre, una especie de extranjero en el mundo del afecto, reticente a las caricias y a los besos, es el filósofo mexicano-catalán Luis Villoro (1922-2014), autor de obras fundamentales como Los grandes momentos del indigenismo en México y El sentido de la vida, que a los 75 años se fue a Chiapas para escuchar y acompañar al movimiento zapatista. El hijo, Luis Villoro, escribe una de las novelas más lúcidas sobre ese gran tema existencial y literario que suele ser la vida de los padres. 

En La figura del mundo (Random House), el escritor mexicano logra condensar lo que aparece dibujado en la tapa del libro: un niño ilumina la sombra de su padre. En esa iluminación descubre que la pasión por el fútbol es un legado fingido por el padre y que fue en los estadios donde compartieron muchos domingos juntos, donde el padre pudo ser “más padre”.

Desde la trinchera de la ficción, Villoro (Ciudad de México, 1956) despliega una construcción que captura los pliegues de las tensiones entre pensamiento y escritura, condensada en una vieja disputa entre Camus y Sartre (para el padre Camus escribía mejor, pero Sartre pensaba mejor). La novela deviene una conversación con el padre y también con la madre, la reconocida psicoanalista Estela Ruiz Milán, a quien está dedicado La figura del mundo. 

“Lloré como no había podido hacerlo en la funeraria, vencido por la emoción del niño ante la derrota, el niño que busca la mano de su padre para salir del estadio y sabe, por primera vez y para siempre, que esa mano ha dejado de estar ahí”, plantea el autor de notables novelas como El disparo de argón, Materia dispuesta y El testigo, con la que ganó el Premio Herralde en 2004, entre otras, además de las crónicas de fútbol Dios es redondo y Balón dividido. “Escribir se convirtió en una permanente carta al padre”, dice Villoro . Nota aquí.



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