La primera bodega indígena de Latinoamérica está en Amaicha del Valle
Es una empresa comunitaria que utiliza cepas propias ancestrales, que pasaron de generación en generación en una zona donde hacer vino es muy común.
Por estos días, mediados de septiembre, comienzo de la temporada de vientos en el valle del Yokavil, las y los comuneros con viñedos están bien atentos a la naturaleza porque los primeros brotes se inician y cualquier helada puede frustrar la cosecha de uvas (para elaborar sus vinos en las presentaciones del varietal malbec y el de uva criolla) que venden con el nombre de Sumak Kawsay (Buen Vivir en quichua).
Los pobladores y visitantes que bajan desde Tafí del Valle por la zigzagueante ruta provincial 307 pueden ver al sueño de los amaichas -una bodega comunitaria y propia- materializado en el edificio que con identidad indígena, piedra sobre piedra, se erige imponente y redondo antes de llegar a Amaicha.
Germán Flores, comunero, productor y vendedor, reflexiona sobre el tiempo: “en esta época la planta comienza a brotar, ya comienza con la actividad, comienza a tirar los brotes. Esa parte es importante pero también riesgosa porque el año pasado, por una helada tardía, justo en esta época, se perdió entre el 80 y 90% de la producción”. Nota aquí.
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