domingo, septiembre 03, 2023

David Lebón

 «Cuando Charly me llama, le digo que sigue siendo el rey de los estribillos, junto con Spinetta»

El músico revela detalles desconocidos de Lebón & Co., los discos en los que revisa su repertorio junto a Charly, Fito, Skay, Ricardo Mollo, Soledad, Juanes y más colegas.

Los dos Lebón & Co. revalorizaron temas no tan tenidos en cuenta. “Nos veremos otra vez” y “Mundo agradable” los escribiste para Serú ‘92, un disco que pasó bastante desapercibido.

Sí, es increíble. Y hay más. Lo que pasa es que ya está, para mí. El segundo disco tiene unos invitados que… Ojo, todos fueron muy amorosos conmigo. En el volumen uno tenía ganas de que estuviera Alejandro Sanz, pero no pudo. Quería invitarlo a Clapton obviamente, también a Keb’ Mo’, pero preguntaban “¿y cuánto pagan?”. Entonces invité a los que podía y a los que querían hacerlo.

¿Qué participación tuvo la compañía en la elección de los invitados?

La compañía me ayudó y llamó. Por ejemplo, a Julieta Venegas no la conocía, y me pareció que para “Puedo sentirlo” iba a quedar bien. Me ayudó mucho Patricia [Oviedo, su pareja y manager]. Tiene muy buen oído, y me enamoré de ella cuando me pasó algo que nunca me había pasado. Íbamos en auto a Mar del Plata, la conocía hacía dos días. Aparece un tema mío y cuando viene el solo de viola lo sube. Pero no porque estaba yo, lo sube porque le encanta. Cuando hace eso, la miro y le digo: “Nos tenemos que casar”. Y despues empecé a entender que tiene mucho talento, en todo sentido. Si ves la casa que hizo, decís: “Esta mina tiene que trabajar de esto”.

¿Y la selección de temas?

No fue fácil porque quería que tuviera una continuidad, que cerrara lindo, que no fuera una mezcla de uno lento y uno rápido y así sucesivamente; eso no me gusta mucho. Empezamos a escuchar discos míos y de repente apareció “Casa de arañas”, y nos dimos cuenta de que estaba este chico [Lisandro] Aristimuño, y dijimos “vamos a llamarlo ya”. Y él se murió. Pero yo no tenía conciencia de eso, porque cuando mi hija [Nayla] se quemó o cuando mi hijo Panchi, cuando era menor, se cayó de 60 metros de un parapente y casi se muere, cuando me pasó todo eso, es como que mi ego se fue más para el lado de la familia que para el lado mío como artista. El mal de ellos, pobres, me hizo bien a mí, porque estoy atrás de ellos todo el tiempo, tratando de sentir más, antes que estar encerrado tres años en un estudio tratando de editar un bombo de batería. Entonces puedo hacer temas lindos, que me salen con amor. Lo que empecé a buscar en esta cosa eran temas que hablen del amor, de estar bien. Como “Creo que me suelto”, pero ese es del segundo, ¡ya ni me acuerdo cuáles estaban en el primero!

Dejá de jugar”, con Coti…

¡Coti es divino! Cuando llegué al estudio ya había cantado todo el tema. El final del disco, con Fito, también está muy bueno [“El tiempo es veloz”]. Tocamos los dos el piano, y terminamos en el mismo acorde, sin saber. Yo no soy pianista, pero cuando terminó el tema metí ese acorde medio raro, ¡y él hizo el mismo! Yo creo mucho en la magia.

Uno de los highlights es la versión de “Mundo agradable” con Ricardo Mollo.

Sí, el solo que hace al final es tremendo. Con una guitarra que era del Gordo [Eduardo] Rogatti, que la tuve yo también, después la tuvo él y la pintó. Y un equipito de mierda de esos que prepara él, porque es medio mecánico el quía [risas]. Me manda canciones que todavía no salieron, que son impresionantes. Son más tipo Almendra, una mano más tranqui. Nota aquí.











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