“Puedo pasar por soberbio, pero siento mucho pudor frente a los colegas y no me siento legitimado en el ambiente”
Se estrena en Amazon Prime Cuando la miro, su ópera prima, que protagoniza con Marilú Marini. La excusa para charlar a fondo sobre la mirada propia y la ajena, derribar las fantasías del oficio y reflexionar sobre el amor.
Pertenece a esa tropa de elite de actores que enaltecen a las ficciones nacionales. Julio Chávez puede desplegar su talento en cine, televisión o teatro. Y con su ópera prima en el rol de director, volvió a exponer la sensibilidad que lo caracteriza para emocionar a los espectadores. Cuando la miro refleja cuenta la relación entre un hijo y su mamá, y retrata las transformaciones de los vínculos con el paso del tiempo, la complicidad entre ambos y la proximidad de la muerte.
Su ópera prima está disponible en Amazon Prime Video. “Es una película de arte”, remarca el artista en diálogo con Teleshow, antes de celebrar la posibilidad que tiene el público de observar el largometraje en medio de los recambios constantes que se dan semanalmente en las carteleras de la pantalla grande. “La puesta está en la mirada”, señala, con orgullo. Un punto de partida para conocer los conceptos que tiene sobre una realidad que golpea a diario y define un estilo de vida amparado en la pasión.
—¿Te resulta fácil mirar al otro?
—Fácil no, pero tengo la posibilidad de hacerlo. Sobre todo porque tengo un espacio, que es el espacio de mi oficio. Para mí la contemplación es un ejercicio necesario, porque tiene que ver con mi oficio. Creo que si la humanidad contemplase a la humanidad, estaríamos en un problema enorme, porque muchas cosas que hacemos y en las que estamos metidos son un problema. Si vos contemplás lo que sucede en la calle como la desgracia de un otro, la bestialidad de un coche que arranca en un semáforo que todavía no está en verde o la bestialidad del precio de una cartera en relación a lo que es un salario y mirás simplemente como contemplación, es un problema muy grande. Creo que trabajaría una mecánica que llamamos “la vida”. Como si la vida fuese algo que es de una manera determinada y con la cual no se puede hacer nada. Por eso, las charlas generalmente terminan con “y bueno, ¿qué le vamos a hacer?”. En ese sentido, somos un poco esclavos y es un problema de la humanidad. Nota aquí.
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