Nuevas costumbres
Me acuesto pronto.
Se me hace eterno el día.
Busco en el sueño olvido a mis dolores.
Y el cansancio
me hunde sus raíces por mi carne.
Estoy en paz conmigo.
Apenas salgo
y encuentro mi consuelo en los poetas
que pusieron su voz a mi tristeza.
No espero nada
y nada me hace daño.
Me hacen feliz
las cosas más pequeñas:
un mirlo que se mueve entre los tiestos,
merienda con mis nietos,
las galletas
de mi café con leche cada tarde.
Como ahora,
ver caer la lluvia,
recordar un momento,
esos instantes
que trajeron la gloria a nuestra vida,
ya lejanos del tiempo y la memoria.
Esperar la llamada de teléfono
que ya no se produce.
Y esta calma
de días sin sorpresa,
algún paseo,
despacio, lentamente, sin destino.
Y acostarse muy pronto,
leer antes
algún libro,
pongamos que la Isla del Tesoro,
y luego, en paz, tranquilo,
dormirme con mi mano en tu cintura.
(Bajo tu piel
mi corazón sigue latiendo)
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