Volvió Tan Biónica con su primer show en un estadio y Chano emocionado hasta las lágrimas
La banda se reunió después de siete años y comenzó su serie La Última Noche Mágica en la cancha de Vélez Sarsfield.
“Cuando era chiquito soñaba con cantar en un estadio y que coreen mi nombre. Pero después de un montón de cosas que me pasaron, me dí cuenta de que lo más importante es ser buen hermano, buen amigo, buen hijo, buen novio...”, empezó a decir Santiago Chano Moreno Charpentier frente a un Vélez Sarsfield repleto por la vuelta de Tan Biónica a siete años de su último show, si salteamos la inesperada vuelta en el último Lollapalooza.
“Y si pudiera volver a vivir, trataría de cometer más errores, de ser más imperfecto...”, siguió el cantante, acostumbrado a mostrarse en carne viva y a entregarle su corazón a esa multitud que bautizó como piberío biónico. “Si pudiera volver a vivir, trataría de tener solo buenos momentos. Por si no lo saben, de eso esta hecha la vida: solo de momentos. Gracias por ese aplauso, por ese abrazo, por su incondicionalidad, por rezar por mi en los momentos feos... Tal vez estoy vivo por eso”, dijo y lloró. No pudo seguir hablando pero no hizo falta: su lucha de un día a la vez estuvo a la vista todo este tiempo y es la que lo trajo hasta acá, queriendo rearmar aunque sea por última vez a la banda de sus sueños. Se limpió las lágrimas, tomó aire y, desde la punta de una pasarela, arremetió con la elocuente “Las cosas que pasan” cuando promediaba el show.
Ahí se quedó y ese fue su lugar favorito en casi toda la noche. Separado por unos doscientos metros del escenario en el que se plantaron su hermano Gonzalo Bambi Moreno Charpentier y sus amigos Diega Lichtenstein y Seby Seoane, responsables de musicalizar su poesía desesperada con melodías desgarradas que no tienen vergüenza de sonar grandilocuentes o empalagosas. En esa tónica, “Obsesionario en La mayor” subió unos grados el dramatismo y por un instante Chano pareció convertirse en la estatua plateada de los shows de The Weeknd cuando era captado por los flashes. A su alrededor, la histeria casi beatlemaníaca que supo generar y capitalizar lo arropaba, colaboraba en la sanación pública de sus heridas. Nota aquí.
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