martes, noviembre 14, 2023

David Lebón

 David Lebón en el Opera: canciones que detienen al tiempo

Durante más de dos horas, el guitarrista y cantante recorrió 50 años de carrera con un repertorio inoxidable, que ofreció momentos de altísima intensidad.

Para cierta generación que creció al calor del rock argentino, la figura del prócer no resultaba especialmente simpática. El prócer remitía a imágenes cristalizadas en el aula, a las figuritas de revista infantil que se recortaban para los trabajos prácticos de fiestas patrias, a gestos adustos y gestas heroicas. Los últimos años de revisionismo permitieron tener una nueva mirada sobre los próceres argentinos, pero en aquellos años blanco y negro de la dictadura eran otra expresión del corset impuesto al pensamiento. El prócer era perfecto e inmaculado, y la lección se repetía de memoria.

Y sin embargo, el sábado por la noche David Lebón está liquidando una faena impecable, y suena "Seminare", nada menos, y todo el Teatro Opera es un coro conmovido, las gargantas quebradas con "porque estamos en la calle de la sensación...",  y el Ruso sonríe otra vez y hace una leve reverencia. Y vaya uno a discutirle a alguna de esas más de dos mil almas que se está en presencia de un prócer. No el adusto, no el embalsamado, el apolillado, el que no nos significaba nada. David es el tipo que nos llenó la cabeza y el corazón de canciones, solo y en grupo, y a los 71 años presenta un show apropiadamente llamado Herencia Lebón, y no necesita reclamar ningún lugar en el libro gordo del rock argentino porque ya lo tiene, hace rato. Porque basta verlo con su guitarra con caja frente al mic para retrotraerse a tantas noches, tantos teatros, tanto Obras, tanta vida compartida. Y sí, agradecer su herencia de melodías que nos hicieron mejores.

Herencia Lebón, el disco, fue el aperitivo de la ceremonia de dos horas quince que repetirá este domingo 12. Un recorrido por la obra que arranca oficialmente en el album de 1973, pero que en realidad tiene su preludio en el magma de aquel rock argento de comienzos de la década en el que El Deivis era convidado habitual de todos. Integrante de bandas inevitables de la era: Pappo's Blues, La Pesada, Color Humano, Pescado Rabioso. Y sí, después vendría Polifemo, y Serú Girán, y todos los discos bajo su propio nombre. Había material más que suficiente para la cita en calle Corrientes, pero el guitarrista y cantante encontró el balance justo, el menú para conformar a todos, hasta al que se desgañitaba pidiendo "Suéltate, rock and roll" sin éxito.

Lo hizo, además, con una banda a la altura del asunto. Empezando, claro, por su socio desde hace 40 años, el baterista Daniel Colombres, una maquinaria de precisión, tempo, potencia y groove que, con la naturalidad y simpleza con que uno hace la lista de compras, empuja a todos a brillar. El bajista Roberto Seitz completó la base perfecta para Dhani Ferrón, dúctil en la segunda guitarra y capaz de asumir con total elegancia los coros o la voz principal de "No llores por mí, Argentina". Leandro Bulacio, director musical, sacándole humo a las teclas en los solos de "No seas dura" y "Despiértate nena". El guitarrista Gustavo Lozano, demostrando por qué el protagonista de la noche le cedió un par de solos incendiarios. E invitados como el inoxidable Rubén Rada en "Creo que me suelto" y "En la vereda del sol", o la justicieramente ovacionada arpista Sonia Alvarez en una delicada versión de "Mundo agradable". Y el violinista Alex, agregando intensidad en varios pasajes, y el violero Alambre González dejando un solo para la historia en "Noche de perros", otra de las altas cumbres de la noche. Nota aquí.





No hay comentarios.:

Publicar un comentario