domingo, diciembre 03, 2023

José Sacristán

 José Sacristán: Concha, mi amiga del alma

Quién me iba a decir cuando veía las películas de la Velasco durante la mili en Melilla que acabaríamos siendo como un matrimonio en el inconsciente de los españoles.

Concha fue alguien con una voluntad de vida realmente espectacular. Con un primer talento fuera de lo normal: fue Conchita, Concha, doña Concha, la Velasco, fue a la vez la Eximia y La Chica del Barrio... Y en todos los géneros y en todos los medios se ha desenvuelto siempre de una manera prodigiosa.

En cuanto a la vida, con todos sus vaivenes, lo que yo recuerdo de ella siempre es su capacidad de supervivencia, de tirar para adelante en un alarde de fuerza y de energía como pocas veces he visto. Realmente fue un ejemplar humano superlativo. Primero, insisto, por su talento. Pero además, por su capacidad de comunicación. Que la gente se creyera todo lo que ella proponía es verdaderamente espectacular.

La primera vez que nos cruzamos, nos conocimos sin saber quiénes éramos. Yo iba mucho a ver los espectáculos de Lola Flores y Manolo Caracol, y ella estaba ya allí. Concha decía que recuerda cuando nos vimos ahí, en el teatro Calderón. De aquel momento no tengo memoria. Pero sí de cuando empezamos en lo profesional, y fue como un flechazo desde entonces. Y más allá de las coincidencias en el trabajo: en las cosas de la vida hemos estado muy unidos. Ella era hija de franquista y yo hijo de rojo, pero siempre unidos en la cosa común de aprender sobre la marcha. Concha, yo y al mismo tiempo otros y otros de mi generación. Fuimos haciéndonos sobre el terreno, por las buenas. Había que conseguir que la gente se creyera lo que proponíamos y en ese empeño no valen ni Stanislavski ni el padre de Stanislavski. Nota aquí.



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