María Seoane, la máquina de pensar
Su libro sobre "La noche de los lápices" o su biografía de Jorge Rafael Videla fueron apenas dos ejemplos del cruce entre militancia y reflexión, tareas sostenidas en un lúcido y constante ejercicio de la memoria: una obra ineludible en un país donde la lucha nunca termina.
Fumaba y fumaba, María, mientras escribía. O hablaba. O pensaba. O leía. O charlaba. Y eso se disfruta, claro. Pero también se paga caro. A la larga o a la corta, se paga. Por suerte, en su caso no fue tan a la corta, porque 75 años bien vividos le alcanzaron para dejar huellas imborrables en el imaginario cultural, social y político argentino a través de una muy profusa actividad repartida entre libros, notas periodísticas y películas, antes que ese maldito cáncer mediastino –probablemente causa de ese fumar incansable- que le detectaron hace poco, se la llevara para otros mundos. "La quimio la dejaba muy mal físicamente, a tal punto que la última decidieron no hacérsela y reemplazarla por rayos, pero hace pocos días le hicieron nuevos estudios y le detectaron metástasis, y le comunicaron que lo mejor era hacer cuidados paliativos, porque ya no había nada que hacer", dijo Vicente Muleiro, otro de su estirpe, junto a quien no solo dirigió Radio Nacional durante seis años (2009-2015), sino que también produjo el libro Historia secreta y pública de Jorge Rafael Videla, quince años después de haber metido su primer gran “hit”: La noche de los lápices.
Ese que llegó justo a tiempo, ni bien se pudo, y avispó a buena parte de la población, que aún no había tomado conciencia cabal de las atrocidades de la dictadura cívico-militar. Andaba entonces ella por los 38 años, venía de abandonar la carrera de economía en la Universidad de Buenos Aires, exiliarse en México por motivos políticos, y –vuelta de allí- empezar a recorrer redacciones como la de Qué, cuando su seductora, clara y concreta pluma, por la forma llana y profunda a la vez en que se deslizaba, quedaba a merced de algún director de cine. De hecho fue lo que pasó rápidamente con La noche de los lápices, película que pasó al celuloide la historia de los secuestros y asesinatos de estudiantes secundarios durante la noche del 16 de setiembre de 1976, que Pablo Díaz –uno de los sobrevivientes- había denunciado en 1985, en el marco del Juicio a las Juntas. Nota aquí.
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