domingo, enero 14, 2024

Ramón Serrano

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ESCRITORES AMIGOS
Una vez me preguntaron cuál de los escritores del siglo XX fallecidos que he conocido me gusta más. Titubeé en la respuesta. No sabría decir cuál. Porque ahí se mezclan la calidad literaria con la calidez humana. También, la opinión de la crítica seria con el éxito editorial. Y todos los peldaños de lo comercial y de los intereses extra literarios, como el político, por ejemplo.
Hablaría muy bien de Carlos Barral, el amigo, también de Ángel González, el humano, o del Gabo, García Márquez, tres veces generoso conmigo. Indudable que fueron buenos escritores, al menos de mi gusto entre los reconocidos. Pero fueron los tres buena gente para conmigo. Otros, a los que respeto, pero con quienes la química no funcionó demasiado y, muchas veces, habrá sido por culpa mía. Aqui podría poner dos nombres como ejemplo: José Agustín Goytisolo y Montserrat Roig.
Hay muchos otros escritores de éxito editorial y de calidad literaria que pasaron por mi lado y apenas si me vieron. Algunos de ellos incluso fui su editor. Otros, la vida no me dió oportunidad de intimar o tratarlos en profundidad, como Octavio Paz, al que admiré como poeta y como ser humano, al entrañable Cortázar, siempre tan niño grande, o a Gabriel Ferrater, genial y siempre un poco distante. Lo mismo digo de su amigo Juan García Hortelano.
Al igual que José Donoso y el lejano Jaime Gil de Biedma. Hablando de entrañables quiero hacer especial mención de Joan Vinyoli y, entre las mujeres escritoras, de María Aurelia Capmany. Y aquí pongo otro amigo y muy apreciado Manolo Vázquez Montalbán.
Aquí me gustaría añadir qué escritores de mi tiempo me habría gustado conocer y no conocí. Seguramente a muchos. Poner aquí la lista que se me ocurre sería un juego malévolo. Porque siempre ni son todos los que están ni están todos los que son. Entre las escritoras hay una en especial y de la que siempre que la leo me enamora, y es Alejandra Pizarnik. Entre los escritores, qué duda cabe, destacan Jorge Luis Borges y Juan Rulfo. Habrá muchos más pero esos tres nombres destacan y yo los resucitaría, si supiese hacerlo, tan solo para conocerlos y ser su amigo.
No hablo de los y las que he conocido y, como antes dije, pasaron por mi lado y apenas me vieron. Como no están, no pueden contradecirme, y eso no es justo. Y, a buen seguro, tampoco hablo, es evidente, de los que me olvido. A lo peor me olvido hoy y mañana me preguntaré¿Cómo pude olvidar citar a fulano o mengano? Seguro.
De los vivos no me preguntaron, de lo cual me felicito. ¡Vaya compromiso!



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