TATUAJE
Hoy, veintiséis de abril, cumples cuarenta
y, como siempre, estás en mi recuerdo.
Esa mezcla imposible del niño de ocho años
y del hombre maduro que imagino en mis noches.
Pero esta vez, mi vida, solo puedo contarte
que los malos augurios se cumplieron,
que en la losa de mármol,
desde hace dos meses te acompaña otro nombre,
y sus letras se clavan en mi pecho
como si fueran dardos.
Ya había conseguido recordarte sin lágrimas,
eras una sonrisa de dulzura
que pintaba en colores el pasado.
Es todo tan absurdo y tan injusto
que aún no puedo creerlo
por mucho que lo diga la evidencia.
He cerrado la puerta de su cuarto,
no puedo ver su ropa, sus zapatos,
las fotos de sus hijos de pequeños,
tus dos sobrinos huérfanos ahora.
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