sábado, mayo 18, 2024

Michel Rolland

 Michel Rolland

El enólogo francés que busca crear en la Argentina el mejor vino del mundo

ichel Rolland no es un rockero ni un artista famoso, pero, aun así, cada vez que camina por las calles de alguna ciudad de la Argentina, le piden autógrafos. Con una sonrisa de oreja a oreja, este reconocido enólogo francés recibe a todas las personas que se le acercan, firma con paciencia las botellas e intercambia algunas palabras sobre vino, bebida a la que dedica su vida desde hace más de cinco décadas.

El aprecio de los argentinos por este hombre de 76 años fue forjándose con el paso del tiempo, desde que eligió a nuestro país como su segundo hogar. Además, con un trabajo de hormiga que tuvo marchas y contramarchas, Rolland se ha convertido en el principal impulsor del malbec nacional y asegura que hoy tenemos mucho para celebrar: “Logramos que, en la actualidad, la mitad del mundo esté comprando nuestro vino. En Clos de los Siete [proyecto de viticultores franceses en Valle de Uco], por ejemplo, estamos exportando a más de setenta países”.

Haciendo memoria, el enólogo habla del gran volantazo que dio la Argentina en relación a la producción de vinos de alta gama. “Cuando llegué al país, hace alrededor de 36 años, el vino argentino no existía a nivel internacional. Esto pasaba por una simple razón: el mercado interno se estaba tomando toda la producción nacional. No había exportación y nadie conocía los vinos locales. En los años 90, por un tema económico, la Argentina comenzó a producir un vino destinado al gusto internacional. Fue muy importante, porque antes no se cumplía con esos estándares, era una bebida demasiado enfocada en el paladar local”, cuenta.

El camino no fue fácil. Si bien a partir de ese momento las bodegas más relevantes del mercado empezaron a “cambiar su espíritu”, aún faltaba un empujón más para aceitar el proceso de ventas hacia el exterior. “Las exportaciones habían empezado fuerte en la segunda parte de los ‘90 porque el mercado interno ya no era suficiente. Además, en ese entonces estábamos atravesando una fuerte crisis que explotó en 2001. Ahí fue cuando las bodegas más grandes, como Trapiche, Norton y Salentein, tuvieron que empezar a exportar para sobrevivir”.

A pesar de las dificultades a nivel local, la situación generó una oportunidad de crecimiento para esas bodegas, y dio inicio a lo que sería uno de los capítulos más importantes en la historia del vino nacional. En este sentido, Rolland explica: “La Argentina ha ganado un espacio relevante en la producción mundial y hoy el país es reconocido por el malbec, que es su variedad emblemática”. Lo que vuelve tan particular a este tipo de uva en nuestro país es que es capaz de crecer tanto en Salta como en la Patagonia sin perder la calidad. A diferencia de lo que sucede en Francia, país que cuenta con un largo historial como elaborador de vinos, la Argentina tiene una corta vida en la producción de botellas de alta gama. “Hay un cuento en mi país que relataban los monjes de Borgoña que dice que ellos necesitaron 600 años para conocer bien su terroir. Nosotros acá llevamos solo veinte años de producción, de qué podríamos hablar”. Nota aquí.





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