miércoles, mayo 22, 2024

Porcelana Tsuji

Llegó desde Japón. Abrió la primera fábrica de porcelana argentina y su apellido se convirtió en sinónimo de lujo y regalos de bodas

Saijiro Tsuji fundó su empresa cuando Argentina le declaró la guerra a Japón; su fábrica de porcelana fina recibió dos visitas imperiales y, hoy es la más requerida por los principales chefs

principios del siglo XX, en Japón -como en gran parte del mundo- pensaban que había dos destinos “con futuro”: Estados Unidos y Argentina. Los dos extremos del mismo continente recibían con brazos abiertos a los inmigrantes que soñaban con “hacer la América”. ¿Adónde ir? Ante semejante encrucijada, los hermanos Tsuji resolvieron dividirse y multiplicar sus chances de éxito: el mayor fue hacia el Norte, mientras que el menor eligió el Sur.

Saijiro Tsuji llegó a Buenos Aires en 1921. Tenía 36 años y una misión precisa: instalar una oficina comercial para la importadora ToJo Tayo Trading Company. No hablaba el español. Vino con su esposa, Sei Ogawa (31), y sus tres hijas: Shigeko (7), Chiyoko (4) y Mitsuko (2 años, “tan chiquita que no tenía pasaporte”).

Se radicaron en Buenos Aires, en la calle Ayacucho. Aunque poco más tarde se mudaron ‘al campo’, a Olivos. Fue allí donde, en 1922, nació su cuarta hija, Takeko Rosa. Eligieron ese nombre español porque en esa época su jardín estaba lleno de rosas. Al mismo tiempo, como la mayoría de los vecinos eran de familias italianas y tenían muchos hijos con quienes jugar, para facilitar las cosas ‘rebautizaron’ a sus tres hijas mayores con nombres “occidentales”. Así, Shigeko se convirtió en Emilia; a Chiyoko la llamaron Margarita y a Mitsuko le pusieron María.

En su tercer domicilio argentino, en el barrio de Belgrano, el 13 de abril de 1924 nació el tan esperado hijo varón. Saijiro lo bautizó con dos nombres: el primero fue Alberto, bien español; pero también le puso Buichiro, que fue una creación propia: “‘Bu’ por Buenos Aires e ‘Ichiro’, por ‘ichi’, que quiere decir primero en japonés”, solía decir.

Los Tsuji siempre fueron agradecidos con la tierra que los cobijó. Tras una nueva mudanza, se radicaron en Banfield. Aun sabiendo muy poco el idioma -algo que dejaron para la segunda generación- Saijiro se encargó de que todos sus hijos estudiaran. Mitsuko, por ejemplo, cursó primaria y secundaria en la Inmaculada Concepción, luego se dedicó al piano y se casó con Nobuo Ikeda. El varón, Alberto Buichiro, fue al Nacional Buenos Aires y luego a la universidad donde se recibió de ingeniero civil e ingeniero industrial, así se convirtió en el primer profesional de la familia. Chiyoko se convirtió en maestra de la escuela japonesa bilingüe Nichia Gakuin. Nota aquí.










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