jueves, junio 13, 2024

Françoise Hardy

 Muere a los 80 años Françoise Hardy, icono melancólico del pop francés, y universal

La artista de ‘Tous les garçons et les filles’, que marcó la música de los sesenta y conectó siempre con la modernidad, defendió hasta el final el derecho a la eutanasia.

Françoise Hardy, que saltó a la fama internacional al mismo tiempo que los Beatles y marcó a lo largo de medio siglo la canción francesa con un pop elegante y melancólico, ha muerto este martes a los 80 años. “Mamá se ha marchado”, ha anunciado en un mensaje en las redes sociales su hijo, el también músico Thomas Dutronc. La autora o intérprete de clásicos como Tous les garçons et les filles y Comment te dire adieu hacía 20 años que sufría un cáncer y se había convertido en una defensora de la muerte digna. En 1991 ayudó a su madre a morir con una inyección. “Quiero marcharme lo más pronto y rápido posible”, declaró a finales de 2023. Se desconocen las causas de su fallecimiento.

Con Françoise Hardy, que ha muerto siete años después del otro gran ídolo juvenil de los sesenta, Johnny Hallyday, un año mayor, desaparece una de las últimas estrellas de la generación. Aquellos idoles, aquellos copains... Aquellos garçons y filles, chicos y chicas que importaron los sonidos del rocanrol y el twist a Europa tras los años dorados de la chanson de la posguerra, y alumbraron otra era dorada la música en francés. Fue un momento único: la cultura popular ya estaba plenamente bajo influencia anglosajona, pero Francia encarnaba con ella ―los yeyés, la nouvelle vague― la modernidad. Sobreviven el icono cinematográfico Brigitte Bardot, el rocker Eddy Mitchell y Jacques Dutronc, quien durante décadas fue pareja de Hardy.

Sin darse aires, como quien no quiere la cosa, Françoise Hardy definió su época. Musicalmente, con una voz dulce y triste, unas letras que cantaban al paso del tiempo y los desamores, y unas melodías y arreglos memorables. Estéticamente, con la melena y flequillo, un arquetipo femenino de los sesenta en las antípodas de la rubia Bardot. Fue admirada por Bob Dylan (“Me di cuenta, con medio siglo de retraso, que tuvo una fijación adolescente conmigo”, dijo Hardy en una entrevista con EL PAÍS). Cantó con Iggy Pop y grabó en los noventa con grupos como Blur. A diferencia de coetáneas como Sylvie Vartan o France Gall, ella componía muchas de sus letras, y algunas músicas. Colaboró con algunos de los mayores compositores pop en Francia, como Serge Gainsbourg (L’anamour) o Michel Berger (Message personnel).

Criada en París por una madre soltera, con un padre ausente que estaba casado con otra mujer, Françoise Hardy nunca dejó ser la misma muchacha algo insegura y extremadamente exigente consigo misma que en 1962 irrumpió en la escena musical y de la noche al día se transformó en una estrella. “Crecí con la convicción de ser más fea que la media, y por ello cultivaba unos complejos de los que nunca logré desprenderme del todo”, escribió en sus memorias, Le desespoir des singes et autres bagatelles, publicadas en 2008. “Ayudada por mi guitarra, yo intentaba incansablemente poner en música mis carencias y mis penas”. Sobre sus inicios, también decía, injustamente: “Siempre fui lúcida sobre la trivialidad melódica, la mala realización y la mediocridad vocal de mis primeros álbumes, hasta tal punto que para mí es un suplicio que me hablen de ellos”. Nota aquí.






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