sábado, junio 08, 2024

Hernán Casciari

 Hernán Casciari, íntimo: el mensaje de Messi, una visita de Videla y el día que ganó un millón de dólares

En un mano a mano, con Infobae, el escritor y creador de contenidos cuenta cómo evitó el servicio militar y opina de la situación política. “Cuando los libertarios abren la boca y sacan cosas, lo hacen para estremecer, hay muchísimo de revancha”, asegura. Además los secretos de su espectáculo en el Paseo la plaza.

Era un desertor. Y ser un desertor era peligroso. Pero Hernán Casciari no temía. “Siempre supe que escribiendo me salvaba”, dice ahora, y se decía por entonces, cuando debía estar en un cuartel de Córdoba para hacer la colimba. Pero aquel 15 de marzo de 1987 –la fecha maldita en la que estaba citado– no se presentó. No lo haría al otro día, tampoco al siguiente. Y no lo haría por meses, por años. Aun comprendiendo que si en una razia policial –habitual en aquella época– las autoridades lo descubrían, tendría que hacer el doble de los años previstos. No le importaba. “Sabía que si me agarraban, escribía una carta a un diario y yo zafaba. Y se terminaba el Servicio Militar Obligatorio”, argumenta, seguro.

¿Cuál era esa carta que tenías en la cabeza?

Nunca la pensé. Pero en el caso de que me hubieran agarrado, esa misma noche pensaba el texto perfecto. Tenía fe en lo que escribía. Genuinamente pensaba que el Servio Militar era una estupidez. Entonces, ¿cómo no iba a poder convencer a todo el mundo de que era una estupidez? La escritura era una herramienta que utilizaba muy bien, del mismo modo que tenía un revés alucinante al pádel. Hay cosas que uno sabe. Si cada vez que tirás un revés la pelota no vuelve, sos bueno. Si cada vez que escribís convencés al otro, lo haces reír o provocás lo que querés provocar, sos bueno.

—¿Cómo decidiste ser escritor y no jugador de pádel?

—Fui mucho antes escritor. A los 13 años empecé a cobrar plata por escribir: hacía crónicas de básquet en un diario. Era muy chiquito.

—Y ese era el camino.

—Es que yo nunca pensé en otra cosa. Jamás.

Casciari vive en Areco. Pero todos los miércoles y jueves de junio –y no más– estará en Buenos Aires, más precisamente en el Paseo La Plaza con La señora que me parió, la obra que realiza junto a su madre, Chichita. Sobre el escenario, lo que hace es “fingir ser actor”, según explica. “No soy actor, pero aprendí a interpretar lo mío –se explaya–. Me divierte. Lo disfruto mucho, pero solo ese rato: no me gusta nada del alrededor. Nada. Que el teatro no esté cerca de mi casa, las rondas de notas, estar un rato en un camarín, todo, todo…”.

La circunstancia teatral amerita el encuentro de Infobae con Casciari. Con este hombre de 52 años que hace lo que hacen muchos –escribir–, para lograr lo que pocos hacen: conmover.

—¿Cuando Antonio Gasalla lleva al teatro Más respeto que soy tu madre, algo cambia?

—Económicamente, sí: mi primer millón de dólares fue con eso. Yo cobraba un euro por entrada, se vendieron un millón. Era mi participación. O sea, el día de la fiesta del millón de espectadores, yo tenía un millón de euros. Nota aquí.













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