domingo, junio 30, 2024

Rafael Alberti

 Un marinero en tierra

El joven pintor Rafael Alberti recibió hace ahora 100 años el Premio Nacional del Poesía por Marinero en tierra. Sus inicios en el arte de vanguardia se desplazaron entonces de la pintura a la poesía. Con la intención de llevarlo a la imprenta, fue a recoger en el Ministerio uno de los ejemplares mecanografiados que había enviado al concurso. Encontró entonces una papeleta con el voto de Antonio Machado: “Mar y tierra, Rafael Alberti, es a mi juicio el mejor libro de poemas presentado al concurso”. Ese voto afirmó para siempre la fraternidad poética entre un maestro y un joven autor que buscaba su propio mundo. Aunque fuese un mago de las formas, ese mundo tuvo siempre que ver con un contenido de búsqueda profunda, una indagación en la condición humana condenada con mucha frecuencia al exilio y el desarraigo. Por eso, antes de publicar el libro, cambió el título de manera significativa. En vez de Mar y tierra, se decidió por Marinero en tierra.

Gracias a la generosidad de la familia de Rafael, me refiero a su hija Aitana y su sobrina Teresa, la Caja de las Letras del Instituto Cervantes guarda entre sus legados los pasaportes con los que María Teresa León y Alberti volvieron a España en 1977, después de 38 años de exilio. Pueden verse ahora en la sala de exposiciones del Instituto, junto a otros recuerdos de nuestra cultura. Me emociona ver documentos oficiales y manuscritos, fotografías y libros, tan llenos de vida. La cultura es La mayor riqueza de una sociedad, la herencia que nos define y da sentido a nuestra convivencia.

Rafael Alberti fue uno de los grandes poetas del exilio español. No se trata sólo de que se viese obligado a abandonar España junto a María Teresa cuando la República española fue derrotada en 1939 por los ejércitos de Hitler, Mussolini y Franco. Siempre había sido un marinero en tierra, un desenterrado del mar, un ángel caído, alguien que buscó la dignidad humana mientras se sentía expulsado del paraíso, víctima de una sociedad injusta, dentro o fuera de su patria. La experiencia de 1939 fijó en la realidad un sentimiento que años antes había vivido como ser humano en Marinero en Tierra o Sobre los ángeles (1929): “Paraíso perdido, /perdido por buscarte, / yo, sin luz para siempre”. Nota aquí.



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