DEJAR ATRÁS
Dejar atrás el veredicto de los días.
La cicatriz que delata que una vez habitamos trincheras hostiles.
El duelo constante por lo no sucedido.
El vértigo exacerbado por lo que sucede.
Dejar atrás el invierno y sus dudas.
La huida de las contradicciones.
El aprecio a la tristeza.
La manía metódica de destejer felicidad.
Dejar atrás la rueca envenenada.
El sueño aletargado.
La guerra mal ganada.
Dejar atrás, sobre todo, un cadáver con olor a pasado.
Una vida endeudada de tiempo.
Un reloj sin manillas ni cuerda.
Dejar atrás, al fin,
esa estúpida tara humana de deshacerse de uno, lentamente y sin piedad.
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