Una foto de muchacha desconocida
Una fotografía.
Una muchacha
quizás desconocida.
Un tren que la conduce no sé a dónde.
Toda la vida en ella.
El universo.
Dulce muchacha.
Extraña.
Está el futuro abierto en esos ojos
que buscan
algún rostro, un nombre.
Y yo la miro.
No me moriré nunca mientras pueda
vivir en el misterio
dormido de esa fotografía.
De cuando acá me vienes,
dime,
muchacha luminosa.
Dime, tú, joven,
espuma de los días,
si alguna vez te cruzarás en mi camino.
Mas sé que nunca,
jamás tendré de ti ni tu recuerdo.
Y, sin embargo,
saltas por mis ojos
y casi puedo olerte ese sudor marino
que te cubre la piel,
acariciar el suave
vello del brazo,
lo mismo que plumón de algún arcángel.
¿Como será tu nombre?
¿Quién lo pronunciará de madrugada?
¿Qué dioses primitivos te protegen?
Quisiera, en este instante,
mientras miro tu imagen
ser el hombre
que destruyera Troya por tu cuerpo.
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