martes, septiembre 24, 2024

Ramón Serrano

 DONDE EMPIEZA A IRSE LA TARDE

Esta es la hora de las acacias
tiemblan con el viento
y se diluyen despacio
ahí empieza el silencio del pájaro
ahí vuelan sobre el celaje los primeros ángeles
el vacío de la penumbra
el daño en el centro del hipotálamo
siento el azul bajar hasta mi cabeza
la luz tartamudea en el umbral de la tarde
el silencio del asfalto me habla del Ocaso
largas las horas en su tictac cruel
persisten los relojes estáticos
la tarde no quiere marcharse
redondas las sombras se van adelantando
a medida que mueren los trinos de la mañana
empieza el temblor en las manos
piernas de madera
el corazón sale a dar unos cuantos pasos
se oxidan las flores en el alféizar
y vuelan los pétalos por las estructuras del parque
no eran ángeles no
eran flores muertas en el cementerio horario
ahí empieza el dolor de la nostalgia
se acumulan los muros en la conciencia
descienden los números del calendario
las campanas entran en modo silencio
y los fantasmas muestran sus pies deshilachados en la parte baja del cortinaje
es el camino de la luz hacia el acero
rota ya la porcelana
desvencijado el altillo antes bien amueblado
y no sé restablece el orden del universo y del tiempo
hasta que la noche no alcanza la anochecida
y puebla poco a poco el techo de luceros encendidos
entre nubes que juegan con las sombras menguantes
y la luna es una lechuza fisgona
que me observa desde la otra parte del vano
de la oscura ventana del sueño
donde el mar me lleva a tiempos lejanos
cuando la escarcha del alba cubría mi infancia.



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