Vivir
He burlado a la muerte varias veces.
Desperté de la noche y vi que el día
era tan gris y oscuro, tan en sombra
Conozco el hospital y sus olores,
el ruido de camillas y de pasos,
apresurados pasos, en la noche,
el susurro y dolor de los pasillos.
Sé de la angustia en frías madrugadas,
de los informes médicos, del roce
de gasas y de sábanas, del miedo
que se agazapa al fondo de la cama.
La desazón que araña carne y sangre,
el ansia de vivir, esa terrible,
desolación que ahoga el aire mismo
que rompe la esperanza y que te asfixia.
Pero soy inmortal cada mañana,
cuando veo volar tras los cristales
los mirlos que persiguen a las nubes
y la fiebre me besa con dulzura.
La muerte está a mi lado. Ya no huyo
de sus negros abrazos. Hace tiempo
que apenas nos hablamos. Hemos roto
relaciones y tiempo y calendario.
Nada puede ya herirme ni matarme
mientras pueda hacer versos con el frío
de la aguja en el brazo y en la calle
se rían las muchachas con la lluvia.
Nada podrá conmigo cuando vienes
cansada y me preguntas y te digo
que todo marcha bien. Y tú me besas.
Yo me agarro a la vida y a tus manos.
(He ganado otra vez -siempre- a la muerte)
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