Cafetines de Buenos Aires: el San José que tuvo de clientes a empleados de Terrabusi y a los que resistieron al menemismo
Situado en el barrio de Constitución el bar, que funciona desde 1930, recibió a los trabajadores de fábricas de la zona y también a dirigentes gremiales y políticos que se enfrentaron al gobierno de Carlos Menem.
Hay un barrio del que poco se dice pero los más grandes hombres de letras le han escrito: Constitución. Tres novelas se sitúan en sus calles: Historias de arrabal, de Manuel Gálvez (1922); La bahía del silencio, de Eduardo Mallea (1940); y La ciudad de un hombre, de Leónidas Barletta (1943). Sin embargo, las primeras líneas del cuento El Aleph de Jorge Luis Borges (1949) son la descripción barrial más leída en todo el mundo.
Constitución se consolidó como caserío a partir de 1857 cuando el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Pastor Obligado, inauguró el Mercado del Alto en un terreno municipal donde hoy se encuentra la plaza. Un año más tarde se le otorgó al predio su nombre oficial: Constitución. El motivo de la denominación es polémico. Porque si bien el nombramiento se hizo efectivo luego de la jura de la Constitución Nacional en 1853, Buenos Aires, por entonces, era un Estado separado de la Confederación Argentina que no formó parte de la Asamblea Constituyente. Con lo cual, es probable que la designación hiciera referencia a la carta magna independiente bonaerense.
La presencia de la terminal ferroviaria y la cercanía con los puertos de La Boca y Madero alentaron la instalación de fábricas en la zona. Constitución se transformó, en unas pocas décadas, en un barrio de laburantes que se convirtieron en protagonistas de carne y hueso de sus historias. Y el cafetín que los nuclea, rumbo a celebrar su primer centenario, es el Café-Bar San José, en la esquina de San José y Carlos Calvo.
El Café-Bar San José ocupa la planta baja de un edificio de principios del siglo XX. Los planos constructivos originales constatan su existencia hacia 1911 como también la proyección de un local en la esquina. Se dice que, en un principio, funcionó una lechería. No hay certeza del año en que se convirtió en café-bar, pero existen evidencias de su funcionamiento para 1930. Cuando Ramón, un inmigrante asturiano compró unos puntos del negocio en 1953, el local tenía billares. El “puntito” era el modo que los “gallegos” le decían a su participación societaria en diferentes bares y cafés. La metodología les permitió participar en simultáneo de distintos emprendimientos sin desembolsar grandes sumas de dinero y, por otro lado, tampoco sufrir ninguna gran pérdida de capital cuando uno de éstos fracasara.
Entre tanto, Ramón desempeñaba labores en La Cosechera de Rivadavia y Callao, frente a la Confitería del Molino. Más tarde trabajó en el Ucrania de Belgrano y Azopardo, frente a la Aduana. Para 1972 quien controlaba la operatoria comercial del San José decidió dar un paso al costado. Fue entonces que Ramón compró el fondo de comercio y se ocupó en persona del café. Fueron temporadas de alta actividad en el barrio. Los años pasaron, para Buenos Aires, el San José y Ramón. Al asturiano lo reemplazó su yerno, Juan Losada Salgado, también nacido en España. Y poco después se sumó Amelia, hija de Ramón y esposa de Losada. Él era ingeniero y ella odontóloga. Ambos abandonaron sus profesiones para trabajar en un negocio que funcionaba a pleno. Nota aquí.
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