“Dejar de ser el cantautor más joven y guapo del cartel jode lo suyo”
El músico celebra y hace balance de sus 50 años de vida y casi 25 de carrera con ‘Sinfónico’, un disco de “autohomenaje” en el que “da otro vuelo” a algunos de los hitos de su repertorio: “Tengo un alto concepto de mis canciones”
A mediodía de un jueves, el barrio de La Latina, en Madrid, bulle de personas mayores yendo o viniendo a la compra del mercado de La Cebada, jóvenes y no tan jóvenes modernos acodados en cafeterías cuquis y furgonetas de reparto aprovisionando de bebidas a bares nocturnos cerrados al público. Aquí, en un amplio local con sótano, en medio de este abigarrado paisanaje, está la oficina y el estudio donde Ismael Serrano prepara su música, sus giras y su próximo proyecto, un podcast en el que hablará de lo humano y lo humano con sus colegas y amigos. Para sus posicionamientos políticos, ya tiene las redes sociales y todos los micrófonos que se le pongan por delante. A diferencia de otros, siempre con el neopreno puesto, Serrano se moja.
¿En qué charco se ha metido hoy?
Bueno, he firmado con otros artistas un manifiesto pidiendo al Gobierno el embargo de armas a Israel para parar el genocidio en Gaza, y también me he mojado en defensa de la universidad pública en Argentina, que es casi mi segundo país. Mi mujer y mis hijos son argentinos, El Gobierno de Milei ha hecho un 40% de recorte del presupuesto y están en vías de privatizar uno de los orgullos del país. Cada vez que hablo, me cae un aluvión de trolls, eso lo doy por hecho.
Este verano, la lió parda cuando alguien creyó ver que usted y uno de sus colaboradores portaban armas, llamó a la policía y desalojaron la calle de Callao en Madrid.
Y era el soporte de un micrófono. Eso se hubiera quedado en una anécdota divertida para contar a los amigos, si no fuera porque derivó en una ola de odio en las redes. Tipos, con nombre y apellidos, llegaron a decir que eran dos musulmanes armados, dos negros con navajas, y lo alucinante es que ni siquiera era una malinterpretación: era pura invención, pura maldad, puro odio. Las redes alimentan nuestros prejuicios, nuestros sesgos ideológicos, y con la Inteligencia artificial, cada vez lo falso va a ser más indistinguible de la realidad. Estamos abocados a que la realidad sea una opción, la que la gente elija creer según su sesgo ideológico, y eso me parece terrorífico.
Pero no se va de las redes.
Lo he valorado, pero sería asumir la derrota y no me resigno. Es una forma de no dar la batalla por perdida. Cuando discuto con un troll, no lo hago para convencerlo, sino para demostrar que se puede hablar, que soy una persona razonable en contra del prejuicio de la otra. Nunca señalo a políticos. Ni a artistas. No señalo a Nacho Cano, o José Manuel Soto, por ejemplo, que son artistas de derechas y tienen todo el derecho a expresarse políticamente, aunque lo hagan en mis antípodas. Discutiré con ellos y haré lo posible para que su forma de ver el mundo no se imponga, pero no los señalo.
¿Asume el peaje de perder público por su posicionamiento político?
Eso es inevitable. Si intentas gustar a todo el mundo estás en un empeño estéril y absurdo y acabas no gustándole a nadie porque no tienes personalidad. En esta vida toda elección conlleva una renuncia. Sé que, difícilmente una marca, Renault, por ejemplo, se va a asociar a mi imagen, por mi posicionamiento. Pero modular tu mensaje porque crees que puede parar tu contratación y eso te corta, es una mierda.
Publica Sinfónico, un disco con gran orquesta, justo cuando cumple 50 años. ¿Se ha dado un capricho?
Totalmente. Hacer un disco sinfónico es el sueño recurrente de cualquier músico. Lo han hecho desde Serrat a Raphael o Metallica. Para los que hacemos canción popular es como llegar a un lugar donde las canciones adquieren otro vuelo. Yo soy muy defensor del canon del cantautor, con la guitarra y la voz y tal, en un contexto en el que todo el mundo rehúye de él, pero tocar con la Sinfónica es un sueño y, sí, me he dado ese homenaje. Nota aquí.
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