ESTAMPA OTOÑAL
Junto a los días cortos,
los catarros
y las hojas muertas por las aceras,
es sin duda la imagen
de que el otoño ha llegado a la ciudad.
Un día vas andando por la calle
y, de repente, notas
ese picorcillo familiar en los ojos.
Miras a un lado y a otro
y allí está, echando ese humazo gordo
de locomotora atascada.
A mí me agrada
encontrarme cada octubre
con este vestigio de mi niñez.
Es como si, de alguna forma
—por más precaria que esta sea—
me recordase
que mi mundo no se ha muerto del todo,
que aún resiste, y yo con él.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario