martes, octubre 22, 2024

Rafa Pons

 Crítica del concierto de Rafa Pons, un artista todoterreno

"En cuanto agarró su guitarra y empezó a cantar su primera canción, el catalán se convirtió en el único protagonista de la velada"

El concierto comenzó con algo más de media hora de retraso. No fue culpa del artista, sino de la mala organización de la sala, que a la misma hora del concierto, que teóricamente era con entrada de pago, había organizado también cenas y una fiesta de cumpleaños de gente que, evidentemente, nada tenía que ver con la actuación. Diría que el chiste se cuenta solo, pero no es un chiste sino una falta de respeto hacia el artista y hacia su público.

Cuesta decir algo negativo de los pocos garitos que siguen programando música en vivo; bastante difícil lo tienen ya, pero hay cosas que no se pueden hacer de cualquier manera. A Rafa, que, como es normal, se toma muy en serio su trabajo, le llevaban los demonios e incluso se le pasó por la cabeza la posibilidad de trasladar la actuación a otro lugar, pero en esos momentos era ya inviable. Así que, tirando de oficio y, sobre todo, tirando de mucho sentido del humor, se subió al escenario y sacó adelante un muy buen concierto entre globos de colores y raciones de patatas bravas. Un poco surrealista, sí, pero además de todos aquellos espectadores accidentales, también había casi un centenar de personas que había pagado su entrada y quería disfrutar del concierto.

En medio de unas circunstancias, no sé si adversas o kafkianas, Rafa tiene la ventaja de contar con una voz rasgada pero muy potente y un aplomo fuera de lo común cuando pisa el escenario. En cuanto agarró su guitarra y empezó a cantar su primera canción, el catalán se convirtió en el único protagonista de la velada. Es posible que a un cantautor al uso le hubiese resultado imposible hacerse escuchar en un ambiente como aquel, pero Rafa es, en esencia, un rockero que escribe sus propias composiciones y es capaz de defenderlas con la energía necesaria para captar la atención de cualquier público, incluso de aquel que no ha ido expresamente a verle a él. Introdujo las canciones con divertidas historias, casi monólogos, que arrancaron más de una carcajada. Sus composiciones también cuentan historias, a menudo con introducción, nudo y desenlace, y suelen estar bien sazonadas de humor inteligente e ironía, lo que facilitó que todo el público se fuese involucrando en la propuesta. Nota aquí.



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