martes, octubre 29, 2024

Silvia Penide

 El «ruido blanco» de Silvia Penide

La cantautora da el salto a la poesía con un compendio de poemas que van de los "clamores a los susurros" : "Son capsulitas para lo cotidiano, pequeños trucos sin pretensiones", apunta

«La poesía debe ser un abrazo, un invento, un descubrir a los demás lo que les pasa por dentro, un descubrimiento, un aliento, un aditamento, un estremecimiento». La reflexión de Gloria Fuertes se ajusta como un guante a la filosofía de Mi ruido blanco, el poemario con el que la cantautora Silvia Penide da el salto a la poesía. Más que un salto, un paso, porque «el poeta es juglar o no es nada», apunta esta cantautora de Meicende parafraseando a Blas de Otero.

Hubo aún así cierto vértigo en ese paso de cantar a recitar, confiesa: «Me daba muchísimo respeto, incluso un poco de pudor. Es como cuando te pones una ropa que no te convence al principio, hasta que te dicen qué guapa estás o te ves tú y te dices, pues me queda bien».

La poesía, cuenta, fue para ella una tabla salvavidas cuando era una estudiante con malas notas que tuvo la suerte de toparse con una maestra, Consuelo Varela, que supo ver y resaltar sus aptitudes. «Se lo agradeceré toda la vida, puedo decir que la poesía me salvó y eso que no soy una ávida lectora de poesía, pero me encanta pasearme por ella», relata.

Los poemas que desde hace unos tres años suelta en redes sociales llamaron la atención del escritor y editor Imanol Bueno Bernaola , que le propuso plasmarlos en un libro. Y casi sin pensarlo, se lanzó. «Creo que a lo que viene sin buscarlo hay que hacerle casito», cuenta la cantautora, que recuerda que la edición de su libro infantil Diferentes diferencias llegó también por casualidad, al escuchar unos textos un editor en un concierto.

Este sábado, Penide subió al escenario de la Casa da Cultura de Sada sin guitarra, con el libro «como escudo» y un feedback previo en Madrid que le da aplomo. «Ya estoy más cómoda, porque he visto que ha funcionado, que puedo defenderlo», relataba unas horas del recital. Y así fue. Los seguidores de la cantautora sintonizaron enseguida la frecuencia de este ruido blanco, porque en el poemario está esa Penide que «ama a Pippi Calzaslargas por ser tan irreverente», la Silvia introspectiva, la que se moja políticamente o la que se atrinchera en una canción para sobrellevar los días de plomo . Nota aquí.



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