Cafetines de Buenos Aires: un buscador de parecidos que halla a sus amores perdidos en las mesas de La poesía de San Telmo
En una esquina de los barrios más tradicionales de la Ciudad se encuentra un sitio en el que se conjugan la literatura con otras de las más arraigadas tradiciones porteñas.
El Café Bar La Poesía abrió en 1982 en la esquina Chile y Bolívar, San Telmo. En términos históricos es un café joven. Sin embargo, parece ocupar esa esquina desde siempre. El edificio es del año 1900. Funcionó como almacén con despacho de bebidas. Esa continuidad narrativa que se exhibe en su interior no observa ningún salto temporal significativo. Entrar a La Poesía es remontarse a los inicios del siglo XX. El café lo fundó el poeta, escritor y periodista Rubén Derlis quien asumió la generosa decisión de ofrecer a la sociedad un bien escaso en ese año: poesía.
A poco de abrir, la esquina se convirtió en un foco de gente de letras. Uno de sus ilustres parroquianos fue Horacio Ferrer, célebre letrista de grandes éxitos como Balada para un loco o Chiquilín de Bachín. En La Poesía Ferrer conoció a la artista plástica Lucía Michelli y le escribió el poema Lulú. Hay registros de la pareja dentro del bar. En muchas de las mesas hay chapitas incrustadas que recuerdan a otros poetas que frecuentaban el lugar. La lista es extensa. Vale la pena ir a descubrirlos. También hay imágenes de Mafalda por la cercanía con la casa de Quino, su creador, y del Negro Fontanarrosa. El dato que me llamó la atención es la cantidad de lectores de libros que encontré en sus mesas. Es obvio que el nombre y aura del lugar invita a la lectura.
La Poesía es un cafetín con piso calcáreo, ventanas guillotinas, techo de bovedilla, un piano viejo, botellas y sifones. El mobiliario es antiguo y noble. Como la madera de su barra y las repisas que cubren las paredes con estantes donde se mezclan libros, una foto de la poetisa Olga Orozco y frascos de aceitunas. Un almacén cambalache de los de antes, en la esquina correcta del barrio indicado. El equilibrio ambiental porteño. El salón tiene un entrepiso que balconea y ofrece una vista única. Sobre la calle Bolívar, existe el anexo Raúl González Tuñón. Un espacio ideal para realizar eventos privados, presentaciones y talleres. Ambos salones están conectados por dentro por un pasillo. Nota aquí.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario