El bar que elabora su propio vermouth y es casi tan antiguo como la Constitución argentina
Nació como pulpería en 1864, más tarde fue prostíbulo y luego almacén, hasta que se transformó en un emblema del barrio.
Cuando se fundó El Federal, en 1864, Buenos Aires tenía 100.000 habitantes y aún no había padecido la epidemia de fiebre amarilla. La Argentina recién se había organizado: en 1853 se había sancionado la Constitución y el país tenía por primera vez un presidente constitucional que gobernaba sobre todo el territorio nacional. Así, Bartolomé Mitre estaba en el poder cuando esta esquina comenzó a funcionar como pulpería, en la intersección de dos calles de tierra por las que circulaban transportes de tracción a sangre y clientes que llegaban en busca de una copa, un juego de dados o de naipes.
“Yo me imagino que por acá pasó Sarmiento alguna vez, era un sibarita, le gustaba comer y tomar bien. Su manjar preferido era quesillo de cabra y mistela, tenía la costumbre de tener siempre en la casa”, narró el historiador Eduardo Lazzari en el cumpleaños 160 de El Federal. Especializado en preservación y divulgación del patrimonio histórico cultural de Buenos Aires, Lazzari contó también que esta esquina de Perú y Carlos Calvo se incorporó con la ampliación hacia el sur: “La ciudad creció hacia los altos de San Telmo, para 1880 esto ya formaba parte de la gran aldea que se convirtió en la metrópoli más europea de Latinoamérica hasta hoy. Sin embargo, este barrio se erigió como un reducto: es una foto extraordinaria de ese momento”, expresó Lazzari. Como este bar, que es testigo vivo de una época.
Para entender su antigüedad, hay que pensar que en 1914, mientras estallaba la Primera Guerra Mundial, El Federal ya tenía 50 años. Por entonces, “Buenos Aires era la ciudad que más crecía en el mundo: dos de cada tres habitantes eran extranjeros y varones. Estos bares eran irresistibles para los inmigrantes, tenían una connotación de intercambio. El bar era el ámbito de la mezcla cultural popular”, explicó el historiador. Era el auge de los almacenes de campo con despacho de bebidas, la forma elegante de decir que se podía tomar una grapa o una caña porque se expendían bebidas con alcohol. Nota aquí.
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