“¡No puede ser, es la estatua ecuestre!”: la emocionante despedida de Martín Caparrós a su amigo Lanata
El escritor recordó algunas anécdotas compartidas, entre ellas la de un peculiar regalo que el periodista le envió hasta Génova en una broma cómplice de años.
Una caja de madera, sin remitente, llegó hace un mes al hogar de Martín Caparrós. Dentro, tras un arduo proceso para abrirla, se encontraba una estatua ecuestre, una representación de Caparrós mismo montado en un caballo. Este peculiar regalo, que había sido prometido hace más de quince años por Jorge Lanata, se convirtió en una síntesis de la personalidad del periodista: su capacidad de cumplir sus deseos, su audacia y su sentido del humor.
“Lo primero que vi fue una cabeza de persona, cinco o diez centímetros: tardé un momento en entender que era la mía. Entonces tuve un momento de confusión extrema y después se me ocurrió que quizás era eso: me puse a apartar los telgopores de adelante y, en efecto, apareció la cabeza de un caballo. Solté un grito: ¡no, la estatua ecuestre! ¡No puede ser tan hijo de puta, es la estatua ecuestre!”, cuenta el autor de libros como Antes de nada y Un día en la vida de dios.
Este episodio, relatado por Caparrós en una columna publicada en elDiarioAr, encapsula la esencia de Lanata, quien falleció hace días nomás, el 30 de diciembre, provocando una inflexión en el periodismo. En aquel texto, el escritor se refiere al impacto de su partida, que en su caso la sintió profundo, y generó una atención mediática pocas veces vista en Argentina. Las portadas de los principales medios del país se llenaron con imágenes de su característica barba. Nota aquí.
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