Ara Malikian

 “Mi adolescencia fue dura, pero más fácil que la de nuestros niños”

El violinista de origen armenio-libanés, que sufrió bombardeos durante su infancia, presenta nuevo espectáculo, ‘Intruso’, y se confiesa “perdido en este mundo sin alma”

Paren rotativas: el entrevistado, estrella de la música, cita a las seis de la tarde... en su casa. El hecho, habitual hasta hace unos años, resulta del todo extraordinario desde el indeterminado momento en que los publicistas decidieron concentrar la promoción de los artistas en maratones de entrevistas en hoteles impersonales y los periodistas aceptamos el juego. Pero esa es otra historia. El caso es que, al llegar, con retraso por el atasco que colapsa Madrid, el propio Malikian está esperando a la puerta de su domicilio, un chalé sin pretensiones en una de esas colonias urbanas donde se oye cantar a los pajaritos a tiro de piedra de la M-30, y es él quien pide disculpas por el calor y las horas. Charlamos en el patio, mientras en el salón, su hijo de 10 años, recién llegado del cole, aprovecha a conciencia el permiso para ver algo en la tele mientras papá atiende a la visita. Eso sí, en cuanto nos vamos, se le acabaron por hoy las pantallas.

Gracias por recibirme en casa. Antes era lo normal, ¿por qué cree que ya no?

Gracias a ti, por la molestia de venir hasta aquí. No lo sé. La verdad es que no suelo citar en casa, más que nada porque me dicen que es demasiado personal, pero a mí no me molesta, porque mi casa está abierta a todo el mundo. Hoy, además, estoy solo con el niño y no podía ir a ningún sitio. Así que mejor: aquí estoy a gusto y tranquilo.

¿La pandemia también nos ha hecho distintos?

Por supuesto. En mi caso, no sé si ha sido la pandemia, la edad, la madurez, pero he cambiado. Mi relación con los amigos, con el trabajo, con todo. Ya no tengo 25 años ni la ambición que tenía antes. Pasan tantas cosas, ha cambiado tanto todo que a veces me veo totalmente desubicado y desplazado en este mundo sin alma.

¿No le gustan estos tiempos?

Claro que me gusta el mundo. Conozco gente maravillosa. Pero no lo entiendo. No entiendo la injusticia, los genocidios, las guerras, por supuesto. Pero tampoco cómo funciona la cultura en esta época, por ejemplo.

¿Por ejemplo?

Yo, para ser violinista, he tenido que estudiar 20 años. Esa dedicación ha desaparecido, no existe. Hoy se hace uno famoso de un día para otro, ni siquiera hace falta una iniciación para ser músico, igual que hoy cualquiera escribe un libro. No sé si es bueno o malo, pero todo eso me desalienta y me desubica. Yo me siento afortunado, tengo cierta edad y cierta carrera, puedo sobrevivir tal como estoy. Pero me preocupa el futuro de mi hijo, me inquieta qué les estamos enseñando a los niños.

Bueno, usted tampoco tuvo una vida fácil. De niño, en Beirut, supo lo que son los bombardeos y se fue a Alemania a estudiar solo con una beca a los 14 años.

No, mi adolescencia fue dura, pero comparada con la vida de mi hijo y su entorno, creo que fue más fácil. He salido de una guerra, he tenido que sobrevivir solo desde los 14 años, no vi a mis padres durante cinco años, lo pasé mal, sí. Pero he tenido una vida como adolescente relativamente saludable. Ahora, con las pantallas, con la inteligencia artificial, con el porno al alcance de los niños, creo que es todo más difícil. Claro que he visto cosas, claro que tenía la tentación de ir a lo oscuro, pero tenía a la música, que siempre me guió. Creo que todo es más peligroso hoy, por desconocido.

¿Cuánto le atraía lo oscuro?

Muchísimo. Y crucé las líneas. Pero ahí está lo bueno. Hacía lo que quería y tuve que cruzar líneas para saber lo que no quería. Me pasaron muchas cosas, pero siempre he vuelto a mi carretera, que igual no ha sido la autovía principal, pero era mi vía: montañosa, secundaria, pero una vía sana, al fin y al cabo. Nota aquí.





Félix Maraña

 Fiesta en Alcalá de Henares

Valentín Martín Valentin Martin estrena con éxito de público y prensa una nueva obra de teatro "La reina cautiva", dirigida por Ricardo Galan Marquez , en la ciudad de Alcalá. A la función asistió el más ilustre de sys vecinos, Miguel de Cervantes y Saavedra. Otro vecino y amigo, Manuel Azaña, escusó si asistencia ppr asuntos de gobierno.
Por las calles de Alcalá
iba la reina cautiva
con toda su comitiva,
del teatro con su cla
y como viene se va.
Viene el autor a quien llaman
Valentín quienes lo aman
como escritor, como hombre;
de tanto usar ya su nombre,
le dicen Val y lo aclaman.
La teatral comitiva,
dirigida por Galán,
también como vienen van
y dicen qué maravilla
que haya venido a la villa
de Cervantes, Alcalá,
la farándula encantá,
antes que venga el verano.
Y se recogen temprano
cantando algún tarará.
Esto ya no es como antes,
cuando el teatro y la vida,
iban juntos de partida,
calzaban los mismos guantes,
dice algo triste Cervantes,
que se suma a la corrala.
Pero el teatro recala
de nuevo con entusiasmo,
a pesar del pleonasmo
que la vida nos regala.



Charo López

 Charo López, una leyenda del cine español y el reconocimiento que le suena a “justicia poética”

La actriz de “Los gozos y las sombras”, “Kika” y “Secretos del corazón” recibió esta semana el premio Luis Buñuel en reconocimiento a una extraordinaria trayectoria en cine, teatro y televisión

La actriz Charo López (Salamanca, 1941) asegura que desde el día en que nació ha oído muchas veces que le llamaban guapa, pero se ha mostrado irónica con ello: es “una deformación que tengo; así nací, así quiero vivir e incluso morir y que, antes de irme de este mundo, alguien me diga guapa”.

La actriz ha hecho esta afirmación durante una conversación abierta al público con el escritor Luis Alegre, horas antes de recoger el Premio Luis Buñuel, que le ha concedido el 53.° Festival Internacional de Cine de Huesca para reconocer su trayectoria en el cine, el teatro y la televisión.

Tras asumir con humor que quizás es la mujer a la que más le han dicho “guapa” en España, ha señalado, sin embargo, que, generalmente, a las mujeres guapas no les dan papeles en las comedias, lo que, a su juicio, es una “atrocidad”. “Antes de palmarla quiero volver a hacer una comedia contando que ha llegado el final”, ha solicitado.

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Luis Buñuel y la justicia poética

Charo López, ganadora de un premio Goya, cuatro Fotogramas de Plata y la Medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos, ha admitido haber recibido la noticia del Premio Luis Buñuel “muy contenta y agradecida” tras la propuesta fallida de trabajar bajo las órdenes del director aragonés en La vía láctea.

“Al recibir la noticia, lo primero que se me vino a la cabeza es que era un acto de justicia poética, porque yo estaba en deuda con algo que me había ocurrido con don Luis a propósito de una película que él iba a hacer y que el destino y el Sindicato de Actores de Francia no quiso que se hiciera”, ha explicado.

“En mi carrera -ha continuado- ha habido de todo, he pasado ratos malos, pero hay mucho amor, mucha entrega, mucho dolor a veces en esta profesión, pero añadir a mi carrera el nombre de este premio, Luis Buñuel, de verdad que cierra un ciclo y no sabéis lo agradecida que estoy”, ha manifestado.

En relación con su frustrada colaboración con Buñuel, ha resaltado que su amistad con el sacerdote José Peña, asesor en cuestiones religiosas de Buñuel, hizo que este quisiera conocerla, por lo que viajó a París e, incluso, rodó algunas escenas con la túnica del personaje que iba a interpretar.

Sin embargo, tres días después supo que el Sindicato de Actores Franceses no había aprobado su participación “al considerar que no era suficientemente famosa para interpretar el papel, siendo Buñuel ya un mito”. Nota aquí.








Metallica

 Rock, resiliencia y salud mental: Metallica estrena un nuevo documental sobre cómo la música salva vidas

El largometraje estrenado en el Festival Tribeca reúne testimonios de fans de todo el mundo, quienes encuentran en la banda un espacio de apoyo emocional y sentido de pertenencia.

Metallica estrenó su nuevo documental, Metallica Saved My Life, en el Festival de Cine de Tribeca (Nueva York). La película retrata la conexión entre sus seguidores a través de la música y el sentimiento compartido de pertenencia a una familia global. El largometraje se enfoca en quienes siguen a Metallica en sus conciertos alrededor del mundo y a quienes la banda de Master of Puppets ha marcado profundamente.

Entre el público, algunos de los protagonistas de la cinta compartieron la experiencia junto a una audiencia que lucía camisetas con el logo del grupo, en el mismo ambiente que suele vivirse en los recitales. Uno de los aficionados que aparecen en la película subrayó antes de la proyección: “no necesitas ser fan de Metallica para entender esta película”. Los testimonios cruzan fronteras, conectando a seguidores desde Estados Unidos hasta Botsuana, todos orgullosos miembros de la “Metallica family”, como se autodenominan los fans.

El baterista Lars Ulrich comentó en el coloquio posterior que uno de los motivos para realizar el documental fue observar la diversidad entre quienes asisten a sus conciertos. “Antes podíamos poner en fila a diez fans de Metallica y que todos tuvieran el mismo aspecto, procedieran del mismo entorno o tuvieran los mismos motivos. Hoy en día, eso es jodidamente imposible”, dijo Ulrich.

Muchos de los aficionados contaron que en algún momento se sintieron “los raros” por su devoción, un sentir compartido que les permitió formar una comunidad sólida. El vocalista, guitarrista y líder, James Hetfield, afirmó que donde más cómodo se siente es sobre el escenario, cerca de sus seguidores, donde puede contar “su verdad” y otros la comprenden. Nota aquí.






Patti Smith

 Patti Smith, la poeta que se convirtió en leyenda del rock

Se cumplen 50 años de Horses, el primer disco de una artista que revolucionó la música y la literatura, y que supo mantenerse fiel a sí misma.

Mucho antes que una leyenda del rock and roll, Patti Smith (Chicago, 78 años) era poeta y trabajaba en Scribner, una librería junto al Rockefeller Center de Nueva York. Vivía junto a su por entonces pareja, el fotógrafo ­Robert ­Mapplethorpe, en el hotel Chelsea al que Leonard Cohen dedicó una canción y en el que también vivieron otros iconos culturales, como Arthur Miller, Bob Dylan o Janis Joplin. Patti Smith era la pura personificación de la bohemia. Quizá por eso se la podría definir como una flâneuse, esa palabra francesa que popularizó Baudelaire, y que se refiere a una persona callejera, que pasea sin rumbo, y que utiliza la observación como parte de su proceso creativo. Fue una vida que contó a través de sus libros, especialmente Éramos unos niños (Lumen, 2024), que ganó entre otros premios el prestigioso National Book Award de no ficción, vendiendo más de un millón de copias y traduciéndose a 43 idiomas.

Smith es una mujer valiente. No se ha mordido la lengua para gustar a todos ni le han importado las consecuencias de no ser políticamente correcta. El activismo ha sido preponderante en su carrera, con la lucha contra el cambio climático como una de sus grandes causas. Fue abanderada de la campaña presidencial de Ralph Nader, del Partido Verde, a las elecciones del año 2000, y de John Kerry en 2004; lideró las protestas contra la guerra de Irak y en febrero señalaba en Instagram que “Palestina pertenece a los palestinos”. Recientemente, junto a Robert De Niro y Martin Scorsese, envió varias cartas al alcalde de Nueva York, Eric Adams, para pedir que no se destruyan los jardines de la calle Elizabeth, en Little Italy, donde se ha anunciado la construcción de nuevos edificios. Michael Stipe, líder de R.E.M. ha dicho en múltiples ocasiones que Horses fue el disco que lo inspiró a hacer música. Fue el encargado de presentar la gala en la que Smith recibió la Medalla Jacqueline Kennedy Onassis, un reconocimiento que rinde homenaje a ciudadanos comunes por su labor extraordinaria en el servicio público y el voluntariado local. En su discurso, Stipe destacó también la dimensión humana de la artista: “Es una gran madre y abuela. Es pacifista, activista. Un referente para mí y para millones de personas. Un faro de esperanza, de acción y de refugio en todos los sentidos”.

Hija de una camarera con voz de cantante de jazz y de un maquinista, Smith creció como la mayor de cuatro hermanos, en una familia pobre, pero artística y unida. Empezó a trabajar a los 10 años —en campos de cultivo de arándanos o cuidando niños— y se acostumbró desde joven al nomadismo: se mudaron de Chicago a Filadelfia y luego a Nueva Jersey. Aunque fue educada como testigo de Jehová, su religión fue la poesía desde que a los 16 años descubriera Las iluminaciones, de Arthur Rimbaud, al que consideraba su amor secreto.

Su historia se cimenta a partir de resiliencia y determinación: donde los demás caían, ella se empoderaba. Cuando a los 20 años se quedó embarazada por accidente —dio al bebé en adopción— y la echaron de la universidad, tuvo la revelación de que todo iría bien y sería artista. “Me sentía en plena posesión de mí misma. Demostraría mi valía”, escribió en Éramos unos niños. Poco después de dar a luz, Smith llegó a Nueva York en autobús, sin planes ni ahorros. Allí escribiría poemas, haría fotos y reseñas musicales como forma de expresarse y existir. Disfrutaba recitando spoken word en la icónica iglesia de St. Marks con Lenny Kaye a la guitarra y Andy Warhol y Lou Reed entre la audiencia, en ese Nueva York creativo y peligroso de los setenta. “No me importaba la miseria de la vocación”, escribía. Por eso cuando el productor musical Sandy Pearlman, un visionario, la vio recitar y le propuso grabar un disco, Smith se echó a reír. Nota aquí.



Mark Knopfler

 Mark Knopfler, 40 años después del disco de Dire Straits que rompió moldes: “No soy tan bueno para improvisar como un músico de jazz”

El álbum ‘Brothers in Arms’, del que se vendieron más de 30 millones de copias en todo el mundo, se reedita en su aniversario.

Mark Knopfler (Glasgow, Escocia; 75 años) escribió la letra de Money for nothing semioculto tras una pila de hornos microondas, sentado junto al escaparate de un almacén de electrodomésticos. Quería plasmar la estrambótica escena que presenciaba: un repartidor de la tienda, en un momento de descanso, y tal vez contrariado por su prosaica vida en contraste con el glamur que desprendía la televisión, despotricaba mirando un vídeo musical de la MTV que emitía una pared de pantallas. A Knopfler la situación le inspiró; pidió una hoja de papel y un boligrafo y, discretamente (ya era un músico muy popular a mediados de los ochenta y no deseaba que el chico lo advirtiera y cortase su monserga), se apartó a ese rincón para redactar los versos de una nueva canción.

“Si hubiese sido dramaturgo, la habría escrito en un lenguaje mucho peor”, dice, entre risas, en una videollamada con EL PAÍS desde Londres. “El tipo soltaba cosas sobre el guitarrista del vídeo como: ‘Le saldrá una ampolla en el dedo meñique’, y era gracioso. Muchas de las frases que incluyo en la letra las decía tal cual. Fue una de esas veces que estás en el lugar oportuno y eres consciente de sus posibilidades”.

El propio Knopfler relaciona aquella productiva rapidez de reflejos con la que también demostró cuando compuso su primer gran éxito, Sultans of Swing (1978). “Era una noche lluviosa. Estaba en un pub de Greenwich [Londres] donde tocaba un grupo que se llamaba Sultans of Swing. Cuando uno de los músicos dijo el nombre, me reí, porque no eran precisamente sultanes del swing: parecían profesores de Geografía con jerseys y pantalones anchos. Tocaban jazz de Dixieland [estilo de jazz de Nueva Orleans de comienzos del siglo XX]. Les pedí que tocaran The Creole Love Call [Duke Ellington, 1927] y se sorprendieron de que alguien conociera la canción. Para mí, Sultans of Swing es una canción similar a Money for Nothing: ambas son de situación. Es parte de lo divertido de ser un compositor”.

Money for Nothing terminó siendo una de las canciones esenciales de Brothers in Arms, el disco de Dire Straits que se puso a la venta hace justo cuarenta años, en mayo de 1985, y que acaba de reeditarse. Un álbum del que pueden decirse muchas cosas, tanto por su excelente balance comercial (se despacharon más de 30 millones de copias, lo que lo convirtió en uno de los más vendidos de la historia) como por la novedosa calidad de su sonido, por el hecho de que contribuyó a expandir el entonces incipiente formato CD, por los tres o cuatro clásicos que contenía y por la inesperada alianza con la MTV, lo que cerró el círculo y sigue aportando sabrosos beneficios económicos a su creador.

Un conjunto de hitos que Knopfler asegura que no esperaba. “No tenía ni idea, no podía ni imaginarlo”, reconoce. “Pensaba que sería un álbum más. Pero intervinieron varios factores que ayudaron a convertirlo en lo que fue”. Entre esos factores destaca la colaboración de la multinacional de sonido Philips: “Inventó el CD, y fomentaron Brothers in Arms para demostrar lo que se podía hacer en ese formato". Un puñado de canciones de éxito: “En Estados Unidos hubo dos o tres sencillos de éxito, y eso generó un enorme deseo de ver a la banda en directo, lo que siempre es mejor experiencia que escuchar los discos”; y la sólida seguridad con el que grupo se plantó en el estudio: “No tuvimos que grabar muchas tomas de las canciones. El tiempo de grabación fue muy breve”. Nota aquí.



Claudia Piñeiro

 "Acá lo que está en discusión es la realidad"

La escritora explora una historia en la que la muerte de una joven escort despliega un entramado de política, trabajo sexual y espionaje, en un contexto en el que todo es susceptible de ser tergiversado, desvirtuado, manipulado. 

¿Intento de suicidio, accidente o femicidio? Juliana Gutiérrez, una joven escort de veintitrés años, cayó al vacío desde el quinto piso de un edificio en el barrio de la Recoleta. La joven que murió había sido invitada a una fiesta privada en la casa del empresario agropecuario Santiago Sánchez Pardo hijo, sobrino de un excomandante que fue juzgado por crímenes de lesa humanidad y murió en prisión. Verónica Balda, periodista que conduce uno de los programas de radio más escuchados de la mañana, es hermana de la víctima. La exitosa periodista nunca perdonó a su padre, que se separó de la madre y decidió formar una nueva familia. Y nunca quiso conocer a esa hermana. En La muerte ajena (Alfaguara), Claudia Piñeiro, siguiendo la estela de Ricardo Piglia, explora dos niveles narrativos: una historia principal en la que se despliega un entramado de política, trabajo sexual y espionaje; y otra en la que mete el dedo en una llaga periodística acuciante porque todo es susceptible de ser tergiversado, desvirtuado, manipulado. O, como dice la protagonista: “los hechos dejaron de ser lo que sucedió para convertirse en lo que nos cuentan que sucedió”.

El personaje de Juliana Gutiérrez tiene muchas similitudes con la modelo brasileña Emmily Rodríguez, que murió después de caer de un sexto piso en Recoleta, el 30 de marzo de 2023. “Mis novelas siempre empiezan con una imagen disparadora, que en este caso es una mujer que cae de una ventana. No tengo dudas de que esa imagen se me instaló a partir de ese caso. Después lo vi al padre, cuando vino a la Argentina, y tenía que lidiar con el hecho de que su hija le dijo que vino a estudiar. Y vino a estudiar, pero también era una trabajadora sexual VIP”, cuenta la escritora, dramaturga y guionista de TV, autora de las novelas Las viudas de los jueves, Tuya, Elena sabe, Las grietas de Jara, Betibú, Un comunista en calzoncillos, Una suerte pequeña, Las maldiciones, Catedrales y El tiempo de las moscas. 

“La muerte ajena no solamente tiene el anclaje real de una chica que cae de una ventana. Verónica Balda, cuando era periodista gráfica, ganó un premio en España con una investigación sobre un prostíbulo VIP, que está tomado de una investigación que hizo Rolando Graña sobre una mujer (Karina Mujica), que presidía ‘Memoria Completa’ y aparecía en los programas de televisión reivindicando a los militares. Con una cámara oculta, Rolando Graña mostró cómo esa chica tan recatada regenteaba un prostíbulo en Mar del Plata. Después el resto de la novela está ficcionalizada”, aclara la autora de los cuentos reunidos en Quién no; las obras de teatro publicadas en un único volumen Cuánto vale una heladera y otros textos de teatro, y Escribir un silencio, donde compiló sus textos de no ficción.

-La muerte ajena es una novela que trabaja la ficción dentro de la ficción. ¿Qué buscaste a través de la estructura?

-La novela tiene tres partes y lo que me interesaba no es trabajar los puntos de vista, mirar la realidad desde distintas perspectivas, algo que ya hice en otras novelas. Acá lo que está en discusión es la realidad. Eso me parece que es muy actual. A partir de las imágenes de la inteligencia artificial, a partir de un montón de campañas de fake news, no sabemos más cuál es la realidad. Ya no se trata de mirar desde distintos puntos de vista, sino que te cambian esa realidad. Eso es lo que pasa en la novela y literariamente aparece el narrador poco confiable, ese que cuando estás leyendo te preguntás: ¿Me está diciendo la verdad? A medida que la novela avanza te das cuenta de que hay pocos narradores confiables. Nota aquí.



Raphael

Raphael, redivivo y casi inmortal, regresa a la gloria en el teatro romano de Mérida

El octogenario cantante, más mesurado, pero en milagrosa buena forma, concede dos horas de recital intachable y lacónico ante el entusiasmo de 3.500 espectadores.

Y al sexto mes resucitó. En la nada exigua nómina de acontecimientos excepcionales que jalonan la vida, obra y circunstancias de Rafael Martos Sánchez habrá que anotar desde este domingo, y en un lugar bien destacado, su retorno a los escenarios después del linfoma cerebral que le llevó en diciembre al hospital y a las primeras páginas de todos los diarios. Superado el susto superlativo para él y los suyos, y el soponcio entre amantes de la cultura popular española y mitómanos de diverso pelaje, el cantante de Linares escogió un escenario a la altura de su imperial figura para comunicarle al mundo la buena nueva de su regreso.

Salieron tarde las entradas a la venta, por motivos evidentes, pero el mismo domingo acabaron agotándose las 3.500 disponibles. Y será casualidad simpática, ingenio organizativo o purita ironía del destino, pero ni el más hábil guionista habría imaginado mejor emplazamiento que el teatro romano de Mérida para dar esta enésima bienvenida al ídolo redivivo, al hombre de todas las hipérboles, al dios pagano del manierismo. A nuestro particular patrimonio de la humanidad, aunque ni la intuición ni nuestras rudimentarias nociones de historia nos basten para pronosticar si el intérprete de Mi gran noche seguirá dentro de dos milenios mereciendo tanta admiración como Marco Vipsanio Agripa, aquel cónsul romano que nos legó el escenario de Augusta Emerita.

Tampoco sabemos lo puntuales que eran en tiempos de César Augusto, pero el jienense universal sigue comportándose, a sus 82 añazos, como un señor pulcro, riguroso, serio, formal y comprometido hasta los tuétanos con el oficio. A las 22.15 era la cita en el Stone & Music Fest (ay, los nombrecitos en inglés: qué cruz), aún bajo 31 grados Celsius como recordatorio de la canícula, y a esa hora exacta irrumpió un Raphael parsimonioso, con el paso corto y la mirada empañada, para oficializar el retorno más anhelado y seguramente también el más inaudito. Porque a ciertas edades las averías son malas de reparar, pero está visto que este hombre rubricó hace tiempo un pacto con algún dios o diablo, quién sabe incluso si a tres bandas, así que disfrutaremos todo lo que se pueda de esta nueva y feliz prórroga. Nota aquí.






lunes, junio 16, 2025

Kevin Johansen & Liniers

 “Una buena canción está repleta de imágenes y un buen cuadro de ruido”

El músico argentino Kevin Johansen y su compatriota Liniers, dibujante e ilustrador, se unen de nuevo en 'Desde que te Madrid', un disco resultado de la grabación de su concierto compartido en la capital española, sobre el que ambos explican a EFE que “una buena canción está repleta de imágenes y un buen cuadro, de ruido”.

Después de publicar en 2010 el disco 'Kevin Johansen + The Nada + Liniers: Vivo en Buenos Aires' y lanzar en 2014 'Kevin Johansen + The Nada + Liniers: (Bi)vo en México', cantautor e ilustrador regresan ahora sin banda desde Madrid.

“Esta es la primera vez que estamos los dos solos con nuestros petates”, explica Johansen a EFE, quien bromea con que tuvieron la “mala idea” de registrar este disco en la última parada de la gira, el Teatro Albéniz de Madrid, que es “cuando uno está más cansado”.

“Vendé el disco, Kevin, es cuando teníamos el show bien macerado”, interrumpe Liniers entre risas, por lo que Johansen matiza sus palabras y añade que el grabarlo en Madrid permitió sumar las voces de buenos amigos como Las Migas o Jorge Drexler, que intervienen en 'Desde que te perdí' y 'No voy a ser yo', respectivamente.

Sobre el hecho de tocar sin banda, Liniers cuenta que es “lindo” porque así “te das cuenta si una canción tiene algo o está simplemente muy adornada”, a lo que Johansen agrega que en un momento en el que “la inteligencia artificial se mete por todos lados”, ellos responden con “una cosa tan analógica” como es “papel, pintura y guitarra acústica”.

En cuanto a la relación entre ambas disciplinas, Liniers sostiene que cuando dibuja sus tiras cómicas tiene todo el tiempo que quiere porque “los dibujantes somos graciosos en cámara lenta”, mientras que en este formato tiene que dar su última pincelada a la vez que Johansen entregue la última nota.

“Él hace algo que no se escucha y yo hago algo que no se ve. Eso en realidad es mentira, porque me doy cuenta de que una buena canción está repleta de imágenes y que un buen cuadro de Liniers, de Bacon o de Basquiat está lleno de ruido”, sigue Johansen.

“Liniers, Bacon, Basquiat, como la gente suele decir”, comenta con sorna el dibujante, para que esta vez el músico contraataque con su sentido del humor: “Le estoy ponderando y no se deja”.

La relación entre ambos se remonta a principios de los años 2000, cuando Liniers escribió a Johansen después de escuchar en la radio temas como 'Guacamole' o 'Mc Guevara's o Che Donald's' y verlo un par de veces en directo.

“Pensé: de este me hago amigo”, recuerda el ilustrador, quien comenzó a colaborar con el cantautor dibujando, hasta que se subió con él al escenario.

“Me di cuenta bastante rápidamente que, a diferencia de muchos colegas músicos que tienen pánico escénico, él la pasaba bien, más allá de la timidez que menciona siempre”, comenta el músico, a lo que Liniers agrega que en el escenario son “dos muy amigos” que saben “cómo hacer unos chistes”, a la vez que improvisa los dibujos según qué canción que canta Johansen.

Esto sirve para un crear un espectáculo con temas clásicos del argentino como 'Cumbiera intelectual', 'S.O.S. tan fashion' o 'Anoche soñé contigo', acompañados por los pinceles de Liniers. Nota aquí.



Paris Joel

 Poema Urgente para L.A.

Cómo me dueles hermano mexicano,
Tú llanto me quiebra, me cala, me llueve,
He visto a tu hijo pequeño esposado.

Desde aquí escupo al Pato, a la intemperie:
Que fuimos nosotros, vecinos de rusos,
De comanches, de apaches y navajos,
Hablando español del desierto a la nieve,
Los que llegamos aquí antes que el blanco,
Ese gringo genocida, ario, anglo,
Nosotros no dibujamos las fronteras,
Fueron suyas las rejas, las que cruzaron.

No estás solo, hermano mexicano,
Afilo la pluma, la crin del caballo,
Porque no saben lo que es libertad,
Democracia, todo, lo han olvidado,
Carecen de misericordia, piedad,
Pues, en verdad, presos son ellos, colonos,
Del Rey del dinero, del miedo y su trono.
Nosotros, a vela, cruzamos el globo.

Fíjate, cómo tiemblan, qué cobardía,
Ante una embarazada detenida,
Van armados, pero tú eres la violencia,
que va a la conquista de un poco de pan.
Separando a familias hablan de paz,
De respeto, de pacíficas protestas...

No temas hermano, se han condenado,
Y aunque el Papa sea norteamericano,
Ni siquiera Dios quiere estar de su lado.

Víctor Claudín

 Víctor nos cuenta por Facebook.

e vendieron todos los ejemplares que tenía la librería, incluso alguno y alguna lo tendrá que conseguir más adelante, y fue una gran noticia. Pero lo verdaderamente importante fue el cariño que sentí ayer por la tarde, en la presentación de Contra el olvido, mi libro de memorias. Pura emoción, un acto de gran emotividad. Ahora me toca mostrar mi agradecimiento, desde luego al Ateneo La Maliciosa, muy especialmente a Rocío, cuya colaboración resultó impagable, y a mi amigo Pampa (Pablo Adrián Rodríguez), cuya gestión nos permitió hacer allí el acto.
Naturalmente, a mis presentadores: Juan Cabrera Padilla, Cristina Buhigas y Valentin Martin. A los tres les debo su personal visión del libro, y su amistad, que va de largo en el caso de Juan, que es muy intensa a pesar de ser reciente, de Valentín, e intuitiva en el caso de Cristina. Las palabras de Valentín, que están en otra entrada, las releo una y otra vez para seguir emocionado. Siempre la entrañable Teresa Delgado Sánchez, la inapreciable sombra de Valentín.
Luis Farnox no pudo llegar, yo le pedí que no lo hiciera porque circunstancias familiares se lo impedían aunque estaba dispuesto a estar como fuera. Le sigo queriendo igual, o más, grande mi Luis.
Sí hubo otro Luis, un mago que hizo las delicias del respetable. Fue genial ese juego en que jugaba con mi libro, espero que lo repita mañana en Collado Mediano, es insuperable. Gracias, querido Luis Boyano, por tu magia y tu sentimiento.
Fue una felicidad que una representación de mi familia mexicana estuviera estos días en Madrid y se acercaran para estar a mi lado (Rocio Gutierrez Gonzalez, Jackie, Mariana Somonte, Quique), de mi familia de aquí (Luis Jiménez Miralles, Rafael María Claudín, Moni Glez. Que estuviera mi amiga más antigua, con quien sigo compartiendo un cariño muy especial, mi querida Lola Guado y hasta mis amigos más recientes, pero con los que he conectado como si fueran hermanos (los escritores cubanos La Piedra Lunar (Lorenzo Lagunar, al que leí hace ya muchos años, y Rebeca Murga, a la que estoy leyendo ahora). Y entre medias, un buen puñado de gente igualmente querida: Manu Clavijo, Marta Plumilla, Carlos Avila (que desapareció sin que le pudiera invitar a que cantara un tema, aunque al final no hubiera sido posible, por que el tiempo se nos echó encima) y Andrés Sudón (que nos regaló un par de sus temazos y me dirigió unas palabras bien tiernas), en representación de esa canción de autor que siempre me ha importado. Gonza Benito, admirable periodista, como mi compañero y amigo Miguel Ángel Del Arco, de mi generación. Daniel Cabrera Navarro vino con su hijita, pero tuvo que desaparecer por eso mismo, pero ahí estuvo. Carmen Esbrí y Juanjo Delapeña, ambos, además de otros "conocimientos" colaboradores de un proyecto mío como fue Ágora15 y al que le he dedicado demasiado poca atención en las memorias, Juanjo como fotógrafo oficial. Javier Garcia-Pelayo, que me alegró verle aparecer por allí. Naturalmente no podía faltar María Embid, cuyas fotos son las que acompañan esta nota, ni mi colega escritor Gabriel Monte Vado, ambos con novelas recientes, La muerte de la abeja reina, de María, y Falsa Bandera, de Gabriel. Siempre cerca igualmente Nuria Pérez Díaz y Antonio Calero, dándome ese calorcillo de amigos, igual que Paloma Heredero y JuanPe.
Nuevos lectores y lectoras, que no conocía, como Ana Montojo, a quien mi querido Félix Maraña le dice un poema que yo recojo en el libro.
Igualmente tengo que agradecer a quienes tuvieron la decisión de acudir pero por inconvenientes de última hora no pudieron, y además se justificaron, ¡ya habrá ocasión de encontrarnos!
Y seguro que me he olvidado de ti, pero no es mala leche, es que no te sitúo ayer, sigo peleando contra el olvido, desde luego si así ha sido no es un olvido voluntario, es que yo andaba histérico afrontando la presentación de un libro muy especial, nada que ver con presentaciones de tantos otros anteriores.
Y ahora voy a escuchar al Presidente del Gobierno, porque me duele profundamente España, me dolía y cada vez me duele más.