La Renga volvió a ser local en cancha de Huracán
Unas 40 mil personas fueron partícipes de una velada histórica y durante dos horas y media pudieron saborear un menú de treinta canciones de todas las épocas del trío de Mataderos. Habrá nuevas funciones este martes y el próximo sábado.
Y un día La Renga volvió a ofrendar su banquete en tierras porteñas. Después de ocho años sin tocar en Ciudad de Buenos Aires –un combo de cancelaciones y negativas burocráticas para otorgarle los permisos la convirtieron en una banda casi prohibida en esta ciudad-, el trío de Mataderos concretó este sábado el primero de sus tres shows –repite el martes 1 y el sábado 5 de julio- en el estadio de Huracán, un escenario que les es más que familiar. De hecho, la última vez que lograron tocar en estas pampas fue justamente en una serie de seis recitales en el Tomás Adolfo Ducó y un cuarto de siglo atrás grabaron aquí su emblemático disco Insoportablemente Vivo (2001). Ahora, al menos 40 mil personas fueron partícipes de una velada histórica y pudieron saborear un menú de treinta canciones de todas las épocas del grupo.
¿Por qué el Gobierno de la Ciudad dio tantas vueltas en estos años para autorizar los shows? Porque La Renga es una banda incómoda, en varios aspectos. Primero, porque su público está integrado en general por sectores de clases populares de barrios bajos –bandas de “desangelados”, diría Solari- que vivencian cada “banquete” con intensidad, fervor, desenfado y con algunos gestos de ritual dionisíaco. El desborde, se sabe, no se lleva bien con los protocolos de las fuerzas de seguridad. Y segundo, porque el grupo se caracteriza por ofrecer una poética combativa y rebelde que no comulga con el poder económico y político. La Renga no es precisamente una banda fácil de domesticar. Si en “Vende patria clon”, canción de 1998, criticaban las privatizaciones del programa neoliberal menemista, en la actualidad varias de esas canciones vuelven a cobrar sentido.
“Es una época muy sarpada la que se está viviendo. Muy cruel. Está de moda insultar en redes sociales. No sé qué está pasando. Hay que parar de darle de comer a ese monstruo que crece”, dijo el cantante Gustavo "Chizzo" Nápoli antes de tocar “El monstruo que crece”, de Truenotierra (2006). Sin embargo, durante las dos horas y media que duró el show, el vocalista no se pronunció de manera directa sobre la coyuntura sociopolítica en el escenario ni tampoco hizo uso del micrófono más que para cantar. La noche fría de invierno, de algún modo, impactó en el ánimo y la energía del público. Si bien el concierto renguero se vivió con alegría y emoción, hubo que esperar a que sonaran los clásicos “Tripa y corazón”, “A la carga mi rocanrol”, “El Twist del pibe” y “Motoralmaysangre” para que los seguidores se encendieran y empezaran a revolear los buzos y camperas.
En la previa, también la jornada transitó con calma y tranquilidad –más allá de alguna breve escaramuza en la entrada una vez iniciado el show-. Durante la tarde, los fanáticos del grupo hacían su propio ritual en los alrededores de la cancha de Huracán y en las esquinas de Parque Patricios: se tomaban fotos con sus amigos y sus banderas, compartían algunos tragos, compraban la remera de la fecha a los vendedores ambulantes y arengaban con clásicos recitaleros como el que dice: “Vamos La Renga, con huevo vaya al frente, que se lo pide toda la gente...”. Nota aquí.
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