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Estas cosas pasaron en una galaxia muy lejana y un tiempo que casi parece un sueño. Lo volví a escuchar ayer y sentí estupor ante mí, con esa voz que parece de los teleñecos, la afinación impoluta y la timidez galopante. La cara B de todo esto es curiosamente lo que mejor recuerdo, el viaje en el 27 hacia el Palacio de Congresos con el peso de saber que un rato después estaría cantando una canción, una, delante de 2000 personas. Tierra trágame.
Siempre gracias a Ismael por aquellas oportunidades de tener 5 min de gloria y también gracias a los que tomaron esta puerta de entrada y no pasaron de largo.
Abrazos.
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