“El disco inicia de mi emocionalidad, de mis sentimientos genuinos”
El concepto de su trabajo musical nació tras unos “conciertitos” íntimos que dio para pacientes de un geriátrico, donde vivía un familiar cercano. “Veía las caras de los pacientes y me iba emocionado”, señala. Por las grabaciones circulan Nito Mestre, Luis Gurevich, Gustavo Santaolalla y Lito Vitale, entre otros. “León significa mucho para mí. Si estás pillo y atento, te enseña solo con verlo. No tiene que decir mucho, hace”, resume sobre el poder motivador de Gieco.
El contexto social y político, dice David Tagger, le pedía “a gritos” un disco como el que acaba de sacar. A juzgar por su nombre, El poder de los olvidados, la exigencia no resulta extraña, claro. Dice el cantautor también que el concepto le bajó tras unos “conciertitos” íntimos que dio para pacientes de un geriátrico de Villa María, donde vivía un familiar cercano. “Veía las caras de los pacientes y me iba emocionado”, evoca. “No podía creer cómo esas personas eran `descartadas` de la sociedad como si fueran cosas. Para colmo, en ese momento estaba ganando un gobierno anti cultura”. Un poco de esas sensaciones proviene el flamante disco, segundo en su cosecha solista. Y otro poco de experiencias aledañas. Entre ellas, la de su familiar que, impedido de poder hablar, expresaba su emoción con lágrimas ante cada canción. O la de un paciente del Borda –también tocó allí- que le dijo que era Paul McCartney y se puso a cantar con él. “Por eso El poder de los Olvidados”, asegura el músico nacido La Boca.
Lo empírico marca que el disco porta once piezas -todas compuestas por Tagger-, y que lo colectivo de su impronta pasa por quienes colaboraron con él en cada tema, a excepción de “Pienso estar acá”. Cuentan entre ellos, Manu Sija (“Pájaro sin destino”), Lula Bertoldi (“Despertar”), Javier Casalla en el tema homónimo, Gustavo Santaolalla y Luis Gurevich (“En busca de los sueños”), y una espontánea triada conformada por Lito Vitale, Nito Mestre y León Gieco, que participa en “Solo con verte”, el tema postrero. “León significa mucho para mí. Si estás pillo y atento, te enseña solo con verlo. No tiene que decir mucho, hace”, resume el cantautor, pintando una figura que no solo coprodujo el disco con él, sino que también atravesó momentos clave de su vida musical, como cuando lo invitó a cantar en la Fiesta FA! “La verdad, esa vez yo tenía miedo que la gente se embolara y dijera ¿quién carajo es este que está con León?, por eso llevé mi remera con ironía “Who the fuck is David Tagger?”, como juego de palabras a la que se hizo Keith sobre Jagger (y mi apellido parecido), y le sugerí hacer “La colina de la vida”. Era un sueño para mí. El la tomó y salió hermosa”.
-¿Cómo resultó la experiencia con Gieco en la producción del disco?
-Creo que León es esa mente musical que está a años luz. De las cosas más importantes que me aportó fue la experiencia de ir a fondo con la búsqueda sonora. Me incentivó a buscar instrumentos diferentes y hasta me propuso buscar una flauta iraquí, un banjo e instrumentos que dan un color distinto. Me obligó a querer superarme. Fue como mi Brian Jones… todo lo que me aportó, sumó.
-También que Santaolalla y Gurevich, dos músicos que orbitan cerca del planeta Gieco, hayan aceptado participar en otra canción. ¿Cómo fue el trabajo con ambos en “En busca de los sueños”?
-Que maestros como Santaolalla y Gurevich estén en esta canción que está inspirada en mi padre, que fue preso político en Paraguay y tuvo que exiliarse en la Argentina, da un peso emocional inimaginable. Con “Guro” hablé mucho por mensaje. Le conté por donde quería ir musicalmente y me cazó al toque. Luego, que Gustavo me haya dicho que sí con la agenda que tiene, es increíble. Ya el disco contaba con emblemas, pero esto era algo que me excedía cualquier sueño. León me mandó un audio todo eufórico diciéndome: `Loco, que Gustavo Santaolalla te haya grabado un ronroco es porque la canción le encantó`.
-¿Por qué decidiste hacerlo tan colaborativo? Excepto “Pienso estar acá” todos son “con otros”.
-Necesitaba compartirlo. Armar comunidad. Las canciones fueron las excusas para encontrarme con el otro y la experiencia fue alucinante. Disfruté muchísimo de todo el proceso. Cada artista fue pensado con un propósito que era dar el mensaje del álbum. Ya no se trataba solo de mí, se trataba de algo muchísimo más importante. No es solo mostrar “mirá quienes están”, sino “mirá por qué están”. Cada artista que participó le aportó vida a cada canción. Es un álbum que está vivo. No son máquinas. Hay amor, hay pasión, hay tristeza, hay errores, hay oscuridad. Hay todo lo que nos pasa cuando vivimos. Nota aquí.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario