Donde las paredes jamás se callan.
Apenas apoyaban un pie, con la barba crecida y la cara árida, aparecía el viejo Arante con su barril de cachaça artesanal y su vasijita de barro. Había que tomársela de un tirón y después garzón otra, garzón otra, hasta subirse a algún viaje mental y volverse poeta berreta, periodista, músico, embustero o borracho. Escribían mensajes en servilletas, en papelitos y ahí quedaron, rígidos, mohosos y amarillentos los más viejos, blanquitos los de recién, empapelando techos y paredes del Bar do Arante. En 2001, la última vez que los contaron, eran 70 mil. Leer nota.
no lo conocia, que bueno estar ahi y leer al menos un par de esos escritos!
ResponderBorrargracias x tanta info... un placer leerte.
en Córdoba hay un bar/empanadería en el q también se pegan papelitos en las paredes con mjes., frases, canciones... seguro q no llegan a 70.000 pero son muchos! se llama La Alameda.
ResponderBorrarComo siempre, es un placer leerte.
Ahora tengo un motivo más para planear vacaciones en Brasil!!