Unas elecciones más.
Estas elecciones confirman la distancia entre los candidatos y la realidad. Aunque ya no se puede hablar de candidatos, porque significan, apenas, una sombra alargada de un andamiaje mayor. Así, no hay un personalismo que haya logrado imponerse a la propia línea de ningún partido, a su discurso orgánico y también su cansancio. Normalmente, ese mismo discurso se ha vuelto monolítico, irrespirable y sombrío, salvo para los propios convencidos; pero en las elecciones no se trata tanto de aludir al temperamento de los militantes, como de poder favorecer el diálogo interno, acercar posturas o mostrarlas en una transparencia intermitente que nos pueda nombrar. Pero aquí no hay diálogo, y por eso se incrementa la distancia entre los partidos y la gente, que sigue siendo la que tira del carro precisamente por eso, porque es la gente, como se lee al final de Las uvas de la ira: porque somos el pueblo, avanzamos nosotros. Crónica aquí.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario