jueves, enero 23, 2014

Hermann Bellinghausen

La palabra Juan


Buscando algunos versos de Juan Gelman de donde asirme ante la llegada de su muerte, me di cuenta de que su obra es como el mar, comienza en cualquier parte y no termina. Hacía un día hermoso, no sólo por ser martes y 14 de un año 14. Los pájaros en la neblina retaban los contornos y el color de las montañas frías en donde vivo, las mismas donde nos conocimos hace veinte años. Esa noche soñé que Juan estaba vivo.
El iba por la ciudad andando, como todos los poetas cuando no viajan en carro o vagón que otro maneja. Su problema no fue trasladarse. Así alcanzó lo mismo al Che Guevara que al subcomandante Marcos, siendo el único que visitó a los dos en sus respectivas montañas (bueno, y Régis Debray). No, el problema consistía en que no podía dejar de ser quien era ni cuando dormía y soñaba que escribía un poema, siempre distinto de los que escribía despierto. Profesó un respeto tremendo por los sueños. Nota aquí.

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