Un proyecto de vida
Hay quienes creen que la Argentina vive del pelotazo. Si la metáfora siguiese futbolera, dirían que la Argentina es un país que no necesita armar juego: donde lo que define son esos puntinazos al tuntún que, de tanto en tanto, cambian algo en el desarrollo del partido.
Hablarían, como ejemplo, del último año: nada pareció igual después de que los gobernadores católicos eligieran a Begoglio como jefe, nada después de que el gobierno perdiera dos elecciones seguidas, nada después de que a su jefa la internaran por el hematoma, nada después de que el verano se calentara de cortes y paros y saqueos. Pero es una impresión; nos gusta creer en el bochazo salvador, en el azar que cambia todo, y lo cierto es que, más allá de incidencias, el partido mantiene un curso firme: sigue siendo un desconcierto de pases sin destino, de sacarse la pelota de encima, de tirarse al piso para la tribuna, de protestarle al referí. Crónica aquí.
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