martes, noviembre 30, 2021

Guillermo Roux

 Guillermo Roux, el autor de una obra personal y arriesgada

Ya fuera como docente, como tallerista o como hacedor, Roux vivió muchas vidas. El arte fue la compañía de todas ellas. 

Dibujante, acuarelista, pintor, el artista plástico Guillermo Roux falleció a los 92 años y deja un legado de esos que agigantan la producción artística local: una obra que entiende el arte como autoconocimiento, sin miedo a los cambios estructurales, profundamente personal y también arriesgada que encuentra en la materia de sus recuerdos y sus memorias la poética del decir, de la belleza y de la inmensidad de la búsqueda cuando se produce arte mientras se mira y se vive no una sino muchas vidas.

Hijo del dibujante e historietista uruguayo Raúl Roux, Guillermo nació en 1929 en el barrio porteño de Flores y descubrió el arte de ver a su papá trabajando: desde la estatura de un niño que apenas llegaba a la mesa de trabajo, deseaba poder ver más allá de la cartulina en blanco y le pedía a su papá que lo subiera a su falda para ver cómo de pronto la hoja en blanco se transformaba en una historia o en dibujo.

Con la huella de esa infancia, su recorrido profesional arrancó dibujando "humildes" viñetas e ilustraciones, como una forma de ayudar a su papá, a quien veía trabajar largas horas sentado en su escritorio. De hecho, una anécdota que el artista solía contar era que en una de esas jornadas compartidas, siendo apenas un niño de primaria, pintó un Everest para su papá.

Más tarde decidió él también estudiar dibujo, se formó y trabajó en la editorial de Daniel Quinterno, en los años 40: "Era un obrero del tablero", definió la experiencia en varias entrevistas, donde también confesaba la dificultad de esos inicios, como lo señaló en un reportaje con PáginaI12: "Entrar en el mundo del arte me sentó mal. Era muy competitivo. Me llevó mucho esfuerzo encontrar mi camino. Pero no tenía las ideas claras". Nota aquí.



lunes, noviembre 29, 2021

Almudena Grandes

 Amigos, familiares y cientos de lectores con sus libros despiden a Almudena Grandes

El entierro de la escritora se convierte en una reivindicación de sus símbolos: la literatura, la música, la amistad y el Atlético de Madrid.

No eran las once de la mañana y en el cementerio civil de la Almudena de Madrid ya ondeaban algunos libros como banderas. A las 12.00 estaba previsto que llegara el cuerpo de Almudena Grandes (que falleció el pasado sábado a los 61 años) acompañado de su familia. Pero mucho antes, por los alrededores del nicho que la escritora había reservado hacía tiempo, ya se apostaban los lectores, los amigos, los colegas... Todos los que se han quedado huérfanos de sus palabras. Nota aquí.




Rota

 Rota dice adiós a Almudena Grandes

Amigos y vecinos recuerdan a la escritora que convirtió el pueblo gaditano en su territorio para la felicidad.

Esta fría mañana de domingo, cerca de la playa de Punta Candor, el pueblo adoptivo de Almudena Grandes, Rota, la ha recordado como “una roteña más que andaba inadvertida por nuestras calles, una mujer que encontró en Rota su segundo hogar, su territorio para la felicidad”, en palabras de la teniente de alcalde y delegada de Cultura del municipio gaditano, Esther García. Junto al monolito de la avenida Escritora Almudena Grandes se han reunido amigos y vecinos para rendir homenaje a la escritora fallecida este sábado que, junto a su pareja el poeta Luis García Montero, había convertido este pueblo en su particular paraíso, como ella misma escribió en una carta de amor cuando ya conocía la gravedad de su enfermedad.

“Me esperan otras tardes, todavía muchas y muchas bajamares. (…) El verano es el tiempo de la felicidad y la felicidad sería más pobre, más pálida, lejos de la playa de Punta Candor, para la que escribo esta carta de amor”.

Felipe Benítez Reyes, a quien el viento casi le arranca los folios con el texto que escribió el sábado para este periódico tras el fallecimiento de su amiga y que leyó ante sus vecinos, comenzó diciendo que, a pesar de la tristeza y la desolación que sentía por la pérdida, “todos los que tuvimos la suerte de conocer a Almudena y de ser sus amigos la recordaremos siempre como una persona partidaria de la alegría y la felicidad”. Palabras que, de una forma u otra, estuvieron en boca de cuantos participaron en el homenaje en recuerdo de la escritora madrileña.

El periodista y escritor Juan José Téllez recurrió al título de un poema de Luis García Montero, para expresar sus sentimientos. “La ausencia es una forma de invierno, reza el poema y hoy tenemos un invierno doble, de frío cotidiano y un invierno-infierno de frío polar que está en nuestros corazones”. Para inmediatamente reconocer que a ella “no le gustaría que nos pusiéramos terribles”. “Almudena era partidaria de la resurrección de la alegría y el mejor homenaje que podemos rendirle es ser alegres de una manera lúcida”, afirmó. Nota aquí.



Felipe Benítez Reyes

 Almudena Grandes: nuestra Almu

Torrencial en su literatura y en sus afectos, lo mismo remataba una novela memorable que improvisaba en su casa una comida para una multitud.

Tenía tanta vida dentro, tanto apego a la vida, que la vida le ha pasado una factura demasiado cruel y demasiado injusta. Ella, torrencial en su literatura y en sus afectos, con la vehemencia de quien comprende que tanto el amor como la literatura exigen una entrega incondicional y apasionada; ella, que podía con todo, no ha podido con esto y cuesta creer que le haya tocado la carta de la muerte temprana. Ella, nuestra amiga, la más diligente, la siempre resolutiva, la que ascendía a los amigos a la categoría de familiares, la matriarca cariñosa y sabia que lo mismo remataba una novela memorable que improvisaba en su casa, en un abrir y cerrar de ojos, una comida para una multitud, por la simple celebración del estar juntos. Y las risas, y las canciones, y las coplas de carnaval con las que se reía tantísimo, y las ocurrencias frívolas de la madrugada, cuando la vida nos parecía a todos una cosa sin fecha de caducidad. Nota aquí.




Benjamín Prado

 Almudena

Ha pasado y lo hemos visto, pero no se puede creer. Tiene que haber algún error en esa noticia que dice que Almudena Grandes ha muerto. Porque todos los que la amábamos de puertas para dentro y desde hace más de treinta años, estábamos completamente seguros de que ella era invulnerable, de que, como solía yo mismo repetirle, nos iba a enterrar a todos. No se pueden hacer planes ni en las bromas. Pensar que esa fuerza de la naturaleza que era mi hermana del alma se haya extinguido, resulta demoledor, inaceptable. Tiene que ser mentira. En cualquier caso, no merece ser verdad.

Tantas veces la he visto escribir, tantos manuscritos suyos he leído, que sé perfectamente cómo trabajaba Almudena en cada párrafo de sus novelas, cada letra de cada frase. Si hoy, con el mismo cuidado que ella puso en escribir Los aires difíciles, El lector de Julio Verne o El corazón helado, por citar tres de mis favoritas, tuviese que quedarme con una palabra que me diera la impresión de que la definía, esa palabra es generosidad. A mis sesenta años, solo he conocido otra persona en toda mi vida tan generosa como ella, tan dispuesta a estar siempre ahí para lo que necesitaras, a echarte un cable o dejarte muy claro que las puertas de su casa siempre están abiertas para ti, que si tienes una urgencia a cualquier hora del día o de la noche es su número el que hay que marcar: su marido, Luis García Montero. Puede que Dios los criara y puede que fuese otra cosa, pero ellos se juntaron para dar lugar a una pareja memorable, en el terreno literario y en todos los demás. Cómo se han querido y se han cuidado; cómo nos han querido y cuidado a los demás.

La última vez que fui a ese piso, donde tantas veces he sido tan feliz y me he reído tanto, fue este sábado. Iba a darla un beso, sabía que era el último, pero cuando su hermana Luli y su hija Irene me abrieron la puerta fue para decirme que había muerto tres minutos antes. Subí la escalera, entré en su habitación, le acaricié las manos, esas manos delicadas con las que firmaba sus libros, fumaba sus cigarrillos negros y últimamente las cosas esas a vapor por las que tanto me burlaba de ella, y cuando volví a bajar esa misma escalera, ya iba a otro sitio, ya acababa en un infierno. Desde entonces no he hecho otra cosa que llorar, unas veces con lágrimas y otras sin ellas, pero no puedo evitarlo: darte cuenta de que no vas a volver a ver a una de las personas que más querías, que más necesitabas, no tiene consuelo, y quien diga lo contrario es que no ha perdido a nadie. Nota aquí.



Félix Maraña

 Félix nos cuenta por Facebook.

Almudena
Desde Max Aub, Ramón J. Sender o Arturo Barea, nadie ha novelado, contado, incorporado documentalmente a la historia de nuestra cultura, la vida y muerte de los republicanos que lucharon por la Libertad, aunque perdieran, nadie, digo, como lo ha hecho Almudena Grandes. Perdieron la Libertad, pero la dignidad sigue intacta, y a esa conservación ha contribuido como nadie esta escritora, de timbre y conciencia civil. Se escriben muchas novelas que se llaman históricas pero no son novelas ni históricas, porque una novela que pretenda ser histórica no puede desfigurar la historia a capricho. Almudena Grandes figuraba y configuraba. Galdós o Baroja, en sus novelas históricas, configuran tiempo, paisaje y personaje. Como lo ha hecho Almudena. Sus columnas del periódico son de lo mejor del periodismo de nuestro tiempo. Solidaridad en el duelo con todos.



Manuel López Azorín

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ALMUDENA GRANDES

Mediados los años noventa (de ese tiempo es la foto), conocí parte de la historia que les unió y escribí un soneto dedicado a Luis García Montero y Almudena Grandes. Anoche tras conocer el fallecimiento de Almudena lo recordé y recordé también un poema de Luis titulado “Merece la pena (Un jueves telefónico)”. Todavía con la conmoción que me produjo la noticia, no quería creerla, mi mente veía no ya solo a una gran escritora sino a una mujer alegre, muy vital, generosa…
Y no me hacía a la idea de su marcha, pero así fue, se marchó hacia el mar convertida ya en espuma delicada, esa espuma que deja de ser ceniza para elevarse por encima de todo.
El poema que les escribí en 1998, lo titulé “Viernes” , el que acabo de escribir : “Completamente viernes”. Lo acompaño con un poema de Luis García Montero, ese que recordaba y releía anoche, titulado “Merece la pena (Un jueves telefónico)”
Sirva todo esto como homenaje a una mujer, una escritora a la que siempre he admirado y querido por ambas cosas: por mujer y por escritora.
“VIERNES”
Para Luis García Montero
y Almudena Grandes
Jamás un viernes fue más deseado
ni fue más importante en unas vidas
encontradas en viernes y perdidas
en tres días de amor tan recordado.
Un viernes que fue cima y fue collado
de sábado y domingo. Y despedidas
de lunes con miradas afligidas
en espera del viernes tan soñado.
Y…carretera y manta , Andalucía.
Y tres días de espera interminable.
Y carretera y manta, de regreso.
Viernes de nuevo y caras de alegría.
Jamás un viernes fue más deseable
ni tuvo nunca un viernes tanto beso.
Manuel López Azorín
Del libro Azul de los afectos (Colección Literaria Universidad Popular “José Hierro” Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes – Madrid.-2001)
COMPLETAMENTE VIERNES
ALMUDENA
Para Almudena y Luis
Se nos fue la alegría, el compromiso,
el generoso abrazo, la sonrisa
permanente y sincera.
Nos quedará el recuerdo tras el llanto
de este sábado triste y desolado;
pero el mar te ha hecho espuma delicada,
por darle a los vencidos
el lugar que merecen,
por tu fuerza y la fuerza de Granada,
y el amor, siempre viernes, renacido
para sembrar la vida
y para que florezcan algún día,
todos los olvidados,
igual que floreció, completamente viernes,
un jueves telefónico
que mereció la pena – dijo Luis –
“empeñado en el arte de ser feliz y justo”
Manuel López Azorín
MERECE LA PENA
(Un jueves telefónico)
Sobre las diez te llamo
para decir que tengo diez llamadas,
otra reunión, seis cartas,
una mañana espesa, varias citas
y nostalgia de ti.
El teléfono tiene rumor de barco hundido,
burbujas y silencio.
Sobre las doce y media
llamas para contarme tus llamadas,
cómo va tu trabajo,
me explicas por encima los negocios
que llevas en común con tu ex marido,
debes sin más remedio hacer la compra
y me echas de menos.
El teléfono quiere espuma de cerveza,
aunque no, la mañana no es hermosa ni rubia.
Sobre las cuatro y media
comunica tu siesta. Me llamas a las seis para decirme
que sales disparada,
que se queda tu hijo en casa de un amigo,
que te aburre esta vida, pero a las siete debes
estar en no sé dónde,
y a las ocho te esperan
en la presentación de no sé quién
y luego sufres restaurante y copas
con algunos amigos.
Si no se te hace tarde
me llamarás a casa cuando llegues.
Y no se te hace tarde.
Sobre las dos y media te aseguro
que no me has despertado.
El teléfono busca ventanas encendidas
en las calles desiertas
y me alegra escuchar noticias de la noche,
cotilleos del mundo literario,
que se te nota lo feliz que eres,
que no haces otra cosa que hablar mucho de mí
con todos los que hablas.
Nada sabe de amor quien no ha perdido
por amor una casa, una hija tal vez
y más de medio sueldo,
empeñado en el arte de ser feliz y justo,
al otro lado de tu voz,
al sur de las fronteras telefónicas.
Luis García Montero
Del libro: Completamente viernes (Tusquets editores, 1998)


domingo, noviembre 28, 2021

Mikel Izal

 Los ángeles y los demonios de Mikel Izal

El líder de Izal, la banda de pop ‘indie’ que llena pabellones, se libera con ‘Hogar’, un álbum confesional después de haber pasado el momento más traumático de su vida.

Mikel Izal no fuma. Nunca lo ha hecho. Tampoco ha consumido sustancias. Pasó por la Selectividad como un rayo: una nota de 9,2. Se sacó el título de ingeniero de telecomunicaciones en seis años. Estuvo cuatro trabajando en empresas, resolviendo intrincados asuntos relacionados con softwares. Como se aprecia, Mikel Izal exhibe un perfil atípico para lo que representa hoy: una estrella del pop rock al frente del grupo Izal (como su apellido), la banda indie que más gente convoca en España, compartiendo honor con Vetusta Morla. Él se dio cuenta de todo lo que representa en la primavera de 2018. El suelo se abrió, se precipitó por un terraplén y fue consciente de parte de lo que realmente le toca vivir: la mala cara de la popularidad. “Aquello me descubrió que era una persona pública, que podía interesar en muchos sentidos, cosa que nunca había pensado. Nadie está preparado para creer que su vida importa. Y eso hace que me genere mucha desconfianza. Siempre he sido muy confiado, pero ya no lo soy tanto. En parte es algo positivo pero por otra es negativo. No creo que sea muy sano desconfiar”, cuenta sentado frente a un café en un bar de Madrid.

En mayo de 2018, alguien en internet le adjudicó algunos mensajes con insinuaciones sexuales. Todo era vago, sin pruebas. Publicó un comunicado: “No hay nada de gracioso, entretenido e ingenuo en esos textos acusadores… Hoy me hacen pasto de las llamas a mí, mañana a quién sabe…. Por supuesto, niego rotunda y categóricamente cualquier acto de acoso, violación o actividad de carácter físico y sexual no consentida”. Y se retiró a llorar. “Mucho. Lloré de rabia, de incomprensión, de vulnerabilidad y por una situación de injusticia profunda”, dice hoy, después de tres años y cuando todavía le tiembla la voz al hablar del tema: “Cuando sufres un trauma tan grande se convierte en el centro de tu universo y tú solo lo agrandas. Todavía no lo he superado. Espero que sea pronto. Pero de aquello queda mucha desconfianza y el ver que no eres tan libre como lo que tú pensabas. Sí que lo eres pero te obligas a ser un poco menos”. Nota aquí.



sábado, noviembre 27, 2021

Fito Cabrales

 “El día que el escenario no muerde, es el día que te vas”

El músico presenta a un grupo de suscriptores de EL PAÍS su disco ‘Cada vez cadáver’, con el que regresa a los escenarios tras siete años.

Es uno de los regresos musicales más importantes de la música española. Fito y Fitipaldis están de vuelta después de siete años de silencio. El disco Cada vez cadáver reúne 10 nuevos temas de la banda de rock, que iniciará gira en 2022 con varios llenos. Con ella Fito Cabrales, líder de la banda, abandonará la comodidad del hogar, lo que le tiene “acojonado”. Pero el vasco defiende que “el día que el escenario no muerde, es el día que te vas”, así que se sabe en el lugar correcto. Junto a su guitarrista y productor Carlos Raya, el músico estuvo, el pasado 15 de noviembre, presentando este trabajo a un grupo de suscriptores de EL PAÍS, en el Palacio de la prensa de Madrid. El encuentro forma parte del programa de actividades exclusivas de EL PAÍS+.

El periodista musical del diario Fernando Navarro condujo la entrevista, que supuso también el regreso presencial de los Encuentros musicales de EL PAÍS+ después de la pandemia. Cabrales, que abrió el acto tocando junto a Raya el tema que da nombre al disco, vuelve como si nunca se hubiese ido. El álbum se ha colocado número uno en ventas; su gira, que empieza en marzo de 2022, está a punto de agotar entradas en un buen número de ciudades y, en solo un fin de semana, ha vendido los 44.000 pases que se pusieron a la venta para su espectáculo en el estadio de San Mamés, el 11 de julio. “Son sueños o retos que ni siquiera uno puede pensar”, confesó el músico sobre llenar el escenario de Bilbao, gracias a lo cual Fito y Fitipaldis donará 100.000 euros al Banco de Alimentos de Vizcaya. Justificó la avidez de sus seguidores en la pandemia: “Tenemos ganas, no de olvidar porque esto no hay quien lo olvide, pero sí de pasar página”.

Cabrales ha fraguado este disco durante siete años. En 2015 anunció que se apartaba un tiempo para descansar, aunque hizo un pequeño paréntesis en 2018 para celebrar sus 20 años carrera. Así que esta dilatación no ha sorprendido. Tampoco si se tiene en cuenta que siempre ha reconocido, y lo repitió en el encuentro, que para él escribir no es ningún juego. “Las canciones no suelen ir de escribir con oficio, cuando escribes una letra necesitas hurgar con cada coma, con cada cosa que dices; si crees en el poder de la música, no te vale todo lo que escribes”. Y aclaró: “No quiere decir que mis letras sean mejores o peores, sino que me importan mucho”. Nota aquí.



viernes, noviembre 26, 2021

Ana Montojo

 UNA TARDE

Son las seis menos diez,
en esta tarde fría de noviembre
ya empieza a anochecer.
Hoy no se viste el cielo de rojos imposibles,
simplemente oscurece sin dar el espectáculo,
sin el fugaz instante de gloria de otras tardes.
Quizá luego la luna ilumine algún sueño
o vierta sobre mí su luz prestada
para que pueda ver con más detalle
la larga oscuridad de mi impotencia.
Que quieres estar sola,
me dices sin siquiera un pestañeo.
Yo me voy con mi música a otra parte
a mirar esta noche prematura,
a llorar unas lágrimas estériles,
y pienso una vez más, por pensar algo,
que va quedando menos de este invierno.



Rodolfo Serrano

 La última batalla

Cada día es ahora un dulce tango,
es un cansancio amable de las tardes
que vienen y te buscan y se enredan
en esos tristes aires,
cuando el día
se va por la ventana muy despacio.
El sol dora los árboles.
Me agobia este cansancio
de versos y de letras y de sangre
No doy nada
ya por nada ni por nadie.
Mas en la oscuridad, y sin buscarlo,
aparece alguna vez -es un misterio-
un destello feliz que nos envuelve
el corazón en papeles de regalo.
Ayer mi nieto -tan grande-,
tierno y serio,
me habló cuando volvíamos del cole,
al notar, seguramente, mi cansancio:
“Vamos los dos despacio.
No te canses.
Yo te espero. No hay prisa. Yo te espero.
Y así vamos hablando”.
En ese instante
la calle se vistió de primavera
y la luz de las farolas fueron soles
brillando para mí. Fuimos despacio,
los dos, ganándole a la vida
con cada paso suyo contenido,
con cada paso mío,
de pronto ya tan firme y decidido.
Lo mismo que si fuera
un viejo héroe
que vuelve de su última batalla.
Herido y derrotado, pero vivo.
Foto de Raul Cancio. Los árboles y la tarde



Skay Beilinson

 Skay Beilinson y la primera misa ricotera después del aislamiento

"El corazón de Patricio Rey" volvió a los escenarios con un show en el que mezcló pasado, presente y futuro.

La vuelta de los recitales presenciales en Buenos Aires estaba renga sin una misa ricotera. Y finalmente sucedió. En la noche del sábado, Skay Beilinson regresó a los escenarios con un show recio, en el que literalmente mezcló presente, pasado y su inminente futuro musical. Pero antes de que eso sucediera, en varios puntos del barrio de Villa Crespo, y desde bien temprano, la feligresía de los Redondos se encargó de esparcir su liturgia. En el cruce de las avenidas Dorrego y Corrientes, una columna de devotos se enfilaba hacia el Movistar Arena mientras pregonaba: “Es una noche especial, no te la vas a perder. Toca el corazón de Patricio Rey”. Uno de los tantos himnos que hacía casi dos años que no retumbaban masivamente en la calle.

Si bien la performance estaba anunciada para las 21, era todo un enigma la hora en la que el guitarrista y cantante, en complicidad con sus Fakires, saldría a escena. Al borde del inicio del show, aún quedaba mucho público por ingresar al imponente predio. Sin embargo, un vendedor de gaseosas, tras la osada pregunta de una terna de clientes, tenía la posta: “Nos dijeron que va a empzar cuando el campo esté casi lleno”. En tanto eso sucedía, en las pantallas del estadio alternaba la ilustración que sirvió para acompañar este recital, con otras alusivas al músico, quien no se presentaba en vivo desde febrero de 2020. Luego de esa actuación en el Cosquín Rock, aparecieron el coronavirus, la pandemia y el encierro. Eso no frenó su producción. De hecho, un día antes de la última Nochebuena, a manera de regalo de Navidad, estrenó el single “¡Corre, corre, corre!”, al que le siguieron otros seis. El más reciente es “El candor de las bestias”, lanzado en agosto. Nota aquí.



miércoles, noviembre 24, 2021

Robe Iniesta

 Catártico concierto de Robe Iniesta en Madrid sin (apenas) restricciones

El músico extremeño y su público entusiasta unen fuerzas para el primer espectáculo en dos años que se siente como un concierto de los de antes.

Aún poniéndose a la venta las entradas quince días antes, y aún habiendo actuado en Rivas hace apenas tres meses, el concierto de Robe en Madrid de anoche rozó el lleno. Quedaron las entradas de grada alta por vender, poco más de un millar de localidades, y la forma de ponerlas a la venta creó extraños claros en el Palacio de Deportes, pues las gradas altas de Felipe II y Fuente del Berro se pusieron a la venta más tarde que la de Goya, la que parece estar a una parada de metro de distancia del escenario en los conciertos del WiZink Center. El resultado es que algunos tuvieron que comprar una entrada que no deseaban a pesar de que no se agotaron las localidades. Confusa estrategia que tampoco sorprende porque Robe y su equipo, siempre con la mejor voluntad, no son ajenos a soliviantar a su propio público, y ahí está la malograda gira de Extremoduro para demostrarlo.

Que las entradas no se venden con la misma celeridad cuando van rubricadas por el grupo o por el solista es un hecho; la misma paradoja que frenó la carrera de David Summers cuando él era, a todos los efectos, Hombres G. Robe no ignora esta circunstancia y ha promocionado su gira en múltiples entrevistas con una entrega desconocida en alguien que, hace una década, llegó a publicar algún disco de Extremoduro sin dar una sola declaración a los medios.

Cabía la tentación de considerar al grueso del público del WiZink Center nostálgicos de la marca anterior de Robe. Por edad y por actitud encajaban. Por eso resultó tan impactante la forma en que cantaron a pleno pulmón Mayéutica, el soberbio último disco de Robe, en la segunda mitad del espectáculo, después del anticlimático intermedio de 30 minutos que el artista lleva imponiendo en sus conciertos desde tiempos inmemoriales. Nota aquí.



Pala

 Pala, poeta y cantor del pesimismo luminoso: “No me gusta el reguetón, pero siempre hubo música para pensar y música para bailar”

El artista colombiano se rodea de Drexler, Pedro Guerra o El Kanka para darse a conocer en España

El colombiano Carlos Alberto Palacio ya era plenamente consciente en 2001, cuando comenzó a difundir sus primerísimas canciones, de que Pala constituía una firma demasiado escueta, difusa e indefinida en plena era de las búsquedas digitales. Pero no existía otra rúbrica posible. “El nombre artístico me eligió a mí, y no a la inversa. ¡Hasta mi mamá me dice Pala!”, exclama este antioqueño sonriente, pausado, amabilísimo, que se ha instalado durante varias semanas en Madrid para preparar el concierto del próximo martes 23 en la sala Galileo Galilei, su gran puesta de largo ante el público de la ciudad, tras una década de visitas esporádicas.

Hay al menos dos buenas excusas para que nuestro entrecano cantautor y poeta ande estos días pateándose las calles de la ciudad de un extremo a otro y enumerando barrios (Chamberí, Arganzuela, incluso Puente de Vallecas) con el desparpajo de un hijo adoptivo. Por un lado, ha querido celebrar con su pareja las bodas de plata, aunque para ello Piedad y él hayan tenido que encomendar a unos allegados el cuidado de sus cuatro gatitas: Chavela, Frida, Romina y Ágatha, por aquello de que el espíritu de la bohemia se adentre también en el universo felino. Por otro, se trae entre manos un flamante nuevo disco de sonetos, El siglo del loro, para el que ha contado con la aristocracia de la canción de autor española, desde Javier Ruibal a Rozalén, Coque Malla, Jorge Drexler, Pedro Guerra o El Kanka. Nota aquí.



martes, noviembre 23, 2021

Fito Páez

 Así suena "Los años salvajes", lo nuevo de Fito Páez

Grabado en solo tres sesiones, el primer disco de la trilogía que culminará en abril es una colección intensa y urgente, canciones de efecto inmediato que lo muestran en un gran momento creativo.

ito Páez vive momentos luminosos, y no por el flamante Grammy a la excelencia musical. O al menos no solo por eso. A comienzos de 2020, el hombre que desde comienzos de los '80 suma generosas páginas al rock argentino estaba lanzando un gran disco, La conquista del espacio. Se venía una gran presentación en su Rosario, pero el coronavirus vino a detenerlo todo, a guardar a la Humanidad, y entonces Páez debió resignarse a enfundar la viola y esperar tiempos mejores. Hubo apenas un streaming con su piano para despuntar el vicio, pero al cabo para el músico -como a varios- la pandemia le significó la posibilidad de ejercicios creativos, tiempos muertos que podían convertirse en posibilidades de explorar su propio universo.

Fito exploró. Con ganas. En los próximos meses verán la luz no uno sino tres proyectos discográficos: en febrero será el turno de un álbum completamente instrumental junto a la Orquesta Sinfónica Nacional Checa; en abril aparecerá uno "solo piano" llamado The Golden Light. Y este lunes 22, Día Internacional de la Música, Fito viene a reconfirmar eso de los tiempos luminosos con Los años salvajes. Una colección urgente, grabada en solo tres sesiones y por ello fresca, suelta, ligera... y demoledora. Nota aquí.










lunes, noviembre 22, 2021

León Gieco

 León Gieco: setenta años, dos fiestas y un millón de amigos  

Después de festejar elsábado en el Centro Cultural Kirchner, el autor de "Sólo le pido a Dios" volvió a reunirse con artistas que interpretaron su obra, y con un público que mostró su fervor. 

León en Tecnópolis. Siete décadas para toda la vida. Con esta invitación a celebrar el cumpleaños redondo de uno de los artistas más admirados y queridos de la Argentina, ayer León Gieco volvió a festejar sus setenta, esta vez en el predio de Villa Martelli. Y como ya había ocurrido en el Centro Cultural Kirchner el sábado, lo hizo rodeado de amigos y amigas, músicos y músicas que festejaron la belleza de sus canciones. Y también de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, de hijos e hijas, que lo abrazaron, le agradecieron, le desearon cumplir muchos más con esta misma fuerza creativa con la que sigue haciendo discos, y compartieron el escenario con él en el tramo final. Fue cuando sonaron, entonados por todos y todas, los himnos "La memoria" y "Sólo le pido a Dios", el cierre de una fiesta que siguió en la noche excepcionalmente cálida por las calles de Tecnópolis, con una multitud que seguía cantando y recordando lo vivido mientras emprendía el camino de regreso.

Liliana Herrero, Luis Gurevich, Hilda Lizarazu, Claudia Puyó, Miss Bolivia, Nahuel Pennisi, la armoniquista Sandra Vázquez, Julia Zenco, Leo García, Manu Sija, Javier Calamaro, Emme, Juan Subirá, Dani Suárez y Cóndor Sbarbati de La Bersuit, formaron parte de esta segunda --pero no menos intensa-- parte del festejo de los 70 León. La dirección musical estuvo, nuevamente, a cargo de Lito Vitale. 

Y estuvieron también presentes en el estadio Taty Almeida, Estela de Carlotto y Delia Giovanola, además de representantes de H.I.J.O.S. y de otros organismos de derechos humanos. "Madres de la Plaza, el pueblo las abraza", fue el canto colectivo que resonó en Tecnópolis, junto a las canciones de León. Nota aquí.








Rodolfo Serrano

 Un café

Estoy aquí sentado. Una lluvia
misericorde me lava tu recuerdo.
Es un café tranquilo, como aquellos
que nunca te gustaron y ahora busco.
Nada especial. Un camarero
que mira su teléfono
y una pareja anciana que no se dice nada.
Y yo, fuera del tiempo.
No sé si te dejé o si te marchaste
harta de madrugada y camas frías.
Y te advierto
que a estas alturas ya de la película,
tampoco importa mucho.
La nostalgia
es un café que se ha quedado frío,
y ya no hay quien lo beba, como éste
que estoy tomando ahora. Mismamente.
Foto de Raul Cancio.



Antonio Escohotado

 Muere el filósofo Antonio Escohotado a los 80 años

Ensayista y profesor universitario, su obra más conocida es la ‘Historia general de las drogas’. En los últimos años, su pensamiento, tras su juventud simpatizante con el comunismo, se orientó a la crítica de las posiciones de la izquierda.

El filósofo Antonio Escohotado ha muerto este domingo a los 80 años en Ibiza, ha sabido EL PAÍS de fuentes familiares del escritor. A la isla balear se había trasladado hace meses para pasar allí sus últimos momentos. Ensayista, historiador y profesor de Filosofía del Derecho y Sociología en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), donde se jubiló en 2013, Escohotado era conocido a nivel popular como figura habitual en programas y tertulias de televisión en los años ochenta, invitado habitualmente por su obra más conocida, Historia general de las drogas. La escribió, en su mayor parte, en una cárcel de Cuenca, donde estuvo preso dos años por tráfico de estupefacientes. Un caso que, señalaba, se debió a una trampa que le tendió la policía. En los últimos tiempos, su cruzada iba, sin embargo, a caballo de la corriente liberal, como acérrimo crítico de los defensores del comunismo, con el que había simpatizado en su juventud. Nacido en Madrid el 5 de julio de 1941, traductor de pensadores como Hobbes, Newton o Jefferson, su atípico y provocador discurso se caracterizó por la irreverencia, en el que la cuestión más polémica era su defensa de la legalización de las drogas, un asunto que había empezado a estudiar a finales de los sesenta. Nota aquí.