lunes, mayo 13, 2024

Luis García Montero

 “Hasta un poema de amor puede leerse como una defensa de la sanidad pública”

El poeta y director del Instituto Cervantes visita México para recibir el Reconocimiento a la Excelencia en Letras y Humanidad y recoger el legado del escritor y diplomático Alfonso Reyes, que ingresará en la Caja de las Letras

Escucharle hablar es como asistir a un acto íntimo al que uno ha sido generosamente invitado. La voz de Luis García Montero se abre paso como un susurro, una canción de cuna que sin embargo se va llenando de palabras importantes, como llegadas de otro tiempo, para recordarnos que la poesía todavía tiene algo que contarnos sobre el mundo de mañana, que es el de hoy y también el de ayer. Hace un año y tres meses, como reza el título de su último poemario, que el escritor y director del Instituto Cervantes presentó en México este libro, compuesto durante la enfermedad y tras el fallecimiento de su esposa, la escritora Almudena Grandes. El tiempo ha pasado y su ánimo ya es otro. Lo que era una herida abierta se ha ido convirtiendo en duelo, en una memoria “que se hace presente y acompaña sin la agresión dolorosa de los primeros momentos”, dice el poeta, que recibe al periódico en la residencia del embajador español, donde se hospeda.

García Montero (Granada, 65 años) está de visita en el país norteamericano para recibir el Reconocimiento a la Excelencia en Letras y Humanidad que otorga la Cámara de Diputados de México y que el año pasado, en su primera edición, fue para su amigo y también poeta Raúl Zurita. Desde hace pocos meses, el granadino aprovecha estos viajes para retomar el viejo hábito de la poesía, del que se había apeado desde que acabó el libro dedicado a Grandes. No sentía la necesidad. “De pronto, un día de abril escribí un poema en el que estaba viendo la luz en el balcón, y viendo cómo florecían los árboles y se llenaban de verde las ramas, y me encontré que estaba viviendo el momento sin pensar en el pasado, sin pensar en el futuro, dejándome llevar por la primavera”, relata, y sus ojos brillan.

La necesidad de “reconciliarse con la vida” late en sus nuevos versos, como late la experiencia del duelo, pero lo que realmente le ha impulsado a acercarse de nuevo a la poesía es la situación en Gaza, que colma sus preocupaciones. “Ver un genocidio televisado minuto por minuto, sin que haya una oposición rotunda desde los países democráticos, está dejando sin legitimidad a las instituciones internacionales”, denuncia. “¿Con qué legitimidad vamos a oponernos al fundamentalismo islámico que está maltratando a las mujeres, o a exigir una transformación democrática en Rusia o China? Nos están dejando en absoluta soledad a los defensores de los derechos humanos, y eso me afecta personalmente”, lamenta. Por eso en sus nuevos poemas aparece, también, la infancia arrasada en la Franja, “una niña que sale de los escombros y contempla su propio cadáver”. Nota aquí.



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