viernes, abril 18, 2025

León Gieco & Jaime López

 

Antonio Machado

 Yo voy soñando caminos

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
-la tarde cayendo está-.
"En el corazón tenía
"la espina de una pasión;
"logré arrancármela un día:
"ya no siento el corazón".
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
"Aguda espina dorada,
"quién te pudiera sentir
"en el corazón clavada".



Pancho Varona


 

Andrés Giménez

 

Ramón Serrano

 Por los niños de Gaza

PENÚLTIMA ORACION
Estoy falto de rezos
y sobrao de cabreos
voy escaso de culpas
y de arrepentimientos
llevo las ingles podridas
y miedos en ambas alas
soy un pato que sueña
ser lago de aguas doradas
ando pobre de palabras
mis cánticos son de nata
por los cielos aletean
sentimientos y añoranzas
llevo los bolsillos llenos
de ilusiones casquivanas
llegaré hasta la fuente
a beber agua de mi infancia
no estoy libre de pecado
ni soy lirio de áurea estampa
soy un pobre penitente
que enhebra rosarios de nácar
con palabras cierro mi rezo
por los niños masacrados
en los corredores de la muerte
yacen mis versos silenciados
Oh dioses del Alto Olimpo
no troncheis más lirios sanos!



Tontxu


 

Julia Medina & Carmen Boza

 

Karmelo C. Iribarren

 EL GORRIÓN

No parece el gorrión
un pájaro del cielo,
no está tocado
por la gracia de la naturaleza
( o no, al menos, a la manera
de la golondrina, el mirlo,
el jilguero o tantos otros).
Parece más el gorrión un pájaro
de barrio, de callejuela,
de terraza de bar
siempre al borde del traspaso.
Pero eso es lo que nos gusta de él,
lo que lo hace simpático,
su cercanía, ese saber estar
entre la gente, su falta de altivez.
A mí me encanta verlos
por ahí, a su aire, en el aire,
con ese aire de pájaros normales
(la chaqueta sin brillo,
gastada por el uso).
Tengo ahora mismo
a un par de ellos aquí abajo,
a mis pies, picoteando
en la acera, agradeciéndome
en morse el desayuno.



Evaristo


 

Idígoras y Pachi

 


jueves, abril 17, 2025

Silvio Rodríguez

  “No me preocupa lo que se escriba de mí. No me hago ilusiones, para colmo soy de un país perseguido”

El más influyente y popular de los cantautores cubanos vuelve a Chile con dos shows en el Movistar Arena. En entrevista con Culto, habla de sus lazos con el país, del día en que estuvo con Víctor Jara pero se quedó durmiendo en un auto, del paso de los años y de la situación actual en Cuba: "No soy de los que culpan de todo al bloqueo".

“No lo pensé dos veces”.

Silvio Rodríguez (78) recuerda con claridad y detalle su reacción cuando le ofrecieron venir a Chile un ya lejano 31 de marzo de 1990: ese día, ofreció un multitudinario concierto ante 80 mil personas en el Estadio Nacional de Santiago, no sólo en el amanecer de los megaeventos locales, sino que también en los albores del retorno democrático, cuando su nombre y su música ya se podían escuchar con libertad, sin la mirada sospechosa de los militares que habían proscrito sus canciones en los días de dictadura. Fue uno de los encuentros masivos más memorables de la primera parte de los 90 en el país.

“Llevábamos 18 años ‘clandestinos’ en Chile. Algunos compraban nuestros discos en España, les sacaban las portadas y enmascaraban las placas en otras envolturas. Muchos chilenos nos contaban esas cosas que también se hacían con los casetes. De pronto vino el cambio político y la posibilidad de viajar a Chile. Dije que sí inmediatamente”, profundiza el cantautor cubano, en conversación vía mail con Culto, la forma que escoge para dialogar con la prensa desde hace décadas.

Luego retoma: “Entonces, tuve conciencia de la montaña de trabajo que significaría preparar un concierto para ese encuentro. Era febrero y el Festival de Jazz de la Habana iba a comenzar. Chucho Valdés era casi el patrocinador de ese evento, pero cuando lo invité a que se sumara con Irakere (a Santiago) tampoco lo pensó dos veces. Empezamos a ensayar enseguida, en un pequeño centro nocturno que hay en el sótano del Teatro Nacional. En unas tres semanas de trabajo montamos casi 4 horas de concierto. Chucho hizo todas las orquestaciones, transcribió los temas que yo hacía con Afrocuba –que acababa de desintegrarse– y, para colmo, escribió una obra increíble que hizo con Irakere para abrir la noche: Concierto Andino. Todo fue un tanto vertiginoso pero también muy motivador”.

Su nueva visita

A partir de ahí, el músico ha fortalecido una relación en vivo frecuente con Chile, extendida en las más diversas presentaciones, actos y recitales incluso en regiones. Un vínculo que revivirá con dos espectáculos fijados para el segundo semestre: serán el lunes 29 de septiembre y miércoles 1 de octubre, a las 21.00 horas, en el Movistar Arena. Se trata de su retorno a la capital luego de 2018, cuando hizo tres fechas en el mismo recinto del Parque O’Higgins. Las entradas se pondrán a la venta este martes 15 de abril al mediodía por Puntoticket.

“Voy a estar acompañado por músicos extraordinarios, son amigos con los que me divierto desde hace años. Eso siempre es una garantía”, adelanta con respecto a sus presentaciones en la capital, donde mostrará parte de su último título, Quería saber (2024).

-¿Cuál es la importancia de Chile en su carrera?

Para empezar, fue el primer país latinoamericano que visité. En setiembre de 1972, Gladys Marín, a quien conocí por Isabel Parra, nos invitó a Noel Nicola, Pablo Milanés y a mí a un congreso de la Jota. Simultáneamente se estaba haciendo una exposición internacional en Santiago y recuerdo haber grabado un grupo de canciones para la sede cubana en ese evento. Todas las noches íbamos para la Peña de los Parra, donde tuvimos una idea de lo amplio que era el movimiento de la canción de entonces. Por aquellos días fuimos a Valparaíso con Víctor Jara, a cantar en la Universidad, pero yo me quedé durmiendo en el auto porque estaba enfermo de la garganta. También recuerdo que el presidente Allende nos recibió en La Moneda. Estuve en tres ocasiones cerca de él.

-Usted ha vuelto un par de veces a algunos eventos puntuales en el Estadio Nacional de Santiago. Pero, ¿le hubiera gustado retornar alguna vez para un show en solitario, tal como lo hizo en 1990? ¿Se dio esa oportunidad?

Desde 1990 hasta hace unos años hice unas cuantas presentaciones en solitario en varios estadios chilenos, en todos los casos con muy buena asistencia, pero, hasta donde sé, no se volvió a dar la oportunidad de hacerlo en el Estadio Nacional.

-En abril del año pasado, la banda chilena Los Bunkers ofreció su primer show en el Estadio Nacional de Santiago. Ellos hicieron un disco completo interpretando canciones de usted en Música Libre (2010). ¿Se dio alguna gestión para que usted hubiera participado en ese show

Sí. Ellos tuvieron la gentileza de invitarme y confieso que me hubiera gustado mucho acompañarlos. Lamentablemente, no me fue posible. Casualmente, hace unos días vi un video de ellos interpretando El necio en un concierto. Sin duda, consiguen una versión muy poderosa.

¿Retiro?

-El año pasado, usted también dio una entrevista a Culto y dijo que no pensaba promover su último disco, Quería saber, a través de una gira. Ahora viene a Chile en el segundo semestre presentando este álbum en vivo. ¿Qué lo hizo cambiar de opinión?

Los próximos conciertos no pretenden ser la presentación de Quería saber. Incluso es probable que lance otro disco antes de la gira. Por supuesto que haré algunas canciones de mis últimos trabajos. También habrá otras que tengo entre manos, además de algunas inevitables que suelen estar en todos los conciertos.

-¿Qué es lo que más lo motiva hoy para salir de gira?

Siempre me motiva hacer música –o soñar que la hago–. Tuve la inmensa suerte de poderme dedicar a algo divertido, que da gusto compartir.

-¿Nunca le ha cansado presentarse en vivo?

Yo no empecé pensando en cantar mis canciones. Yo solo quería escribir para que otros interpretaran. Pero un gran músico cubano, llamado Mario Romeu, me escuchó, me orquestó un par de temas y me presentó en la televisión. Cuando vine a ver, estaba hasta conduciendo un programa. A los 20 años estas cosas pueden ser muy estimulantes. Después, a lo largo del tiempo, he pasado varias veces por etapas de cansancio; pero un buen descanso puede regresar las ganas. Al menos hasta ahora.

-¿Hasta cuándo se ve publicando discos y realizando conciertos?

Puede que esté más tiempo publicando discos que haciendo conciertos.

-¿La palabra “retiro” forma parte de su léxico inmediato?

Oficialmente, para las leyes de mi país, me jubilé cuando cumplí 60 años. Hice una fiesta y todo. Aunque desde entonces he trabajado tanto o más que antes. Nota aquí.







Luis Pastor


 

Zambayonny

 

Mario Vargas Llosa

 Adiós a Mario Vargas Llosa

Con el Nobel desaparece un autor cumbre de la literatura en español, un ensayista íntegro y un articulista de radical independencia.

La obra literaria y ensayística de Mario Vargas Llosa, fallecido el domingo en Lima a los 89 años, no tiene parangón en las letras españolas del último siglo. Los lectores de este periódico lo han sabido durante décadas, porque en él escribió, desde 1990 hasta 2023, tanto sus artícu­los de opinión de actualidad como su crítica literaria. La insaciable curiosidad intelectual de Vargas Llosa y la necesidad de implicarse en los debates de su época le llevaron a ser para el público mucho más que un autor de novelas. En sus artículos quincenales en este periódico transmitió opiniones radicalmente independientes y a menudo muy pegadas a la actualidad. El lector que quizá esperaba solemnidad y barroquismo tras la firma de un premio Nobel encontraba observaciones expuestas de una manera sencilla, honesta y respetuosa. Igual que podía dedicar un artículo a explicar su fascinación por un cuento de Faulkner, en las páginas de este periódico Vargas Llosa vertió elogios a dirigentes políticos de su agrado, anunció a quién iba a votar, escribió un alegato a favor de la legalización de las drogas y llamadas al entendimiento de los grandes partidos frente a los extremos. Bajo el concepto de “votar mal”, que irritó a algunos, criticó sin complejos cualquier opción política que en su opinión fuera un peligro para la democracia, desde Donald Trump a la izquierda peruana.

“Para poder escribir novelas yo he necesitado siempre tener un pie en la actualidad”, dijo cuando abandonó el columnismo en prensa. Su despedida de los lectores de su página habitual, hace poco más de un año, tuvo la elegancia de preferir el final escogido al final impuesto por la muerte. El agradecimiento de EL PAÍS y sus lectores por este enorme alimento intelectual de tres décadas es infinito.

Mario Vargas Llosa obtuvo todos los premios posibles y vivió incluso el privilegio de que el Premio Nobel resultase casi una obviedad para la inmensa mayoría de sus lectores: “Pero ¿no lo tenía ya?”, fue el comentario casi unánime de quienes siguieron su extraordinaria trayectoria desde que La ciudad y los perros (1962) lo consagró de forma instantánea como un novelista cautivado por el poder, sus enigmas y sus abusos que produjo obras maestras como Conversación en La Catedral y La fiesta del Chivo. El inventario de sus novelas eclipsaría sin embargo la voracidad incontenible de un ensayista apasionado, en perpetua interrogación sobre el mundo.

A los 54 años decidió utilizar su predicamento y su estatura ya mundial para implicarse políticamente en su país. En un episodio que hizo temer a muchos por su trayectoria literaria, en 1990 se presentó como candidato a la presidencia de Perú. Perdió contra el futuro autócrata Alberto Fujimori.

La paradoja definitiva del genio reside en que sus novelas transitaban el terreno de la libertad moral y la ambición omnicomprensiva de nuestras contradicciones —muchos identificaron ahí a un novelista de izquierdas—, mientras que su ensayo de análisis político y su intervención pública lo ubicaron más bien en las zonas templadas del conservadurismo liberal (y moralmente progresista). De lo que no adoleció nunca fue de cobardía o tibieza a la hora de actuar como intelectual en la sociedad de su tiempo: se separó del castrismo de la Revolución cubana a finales de los años sesenta, cuando la mayoría de intelectuales siguieron fieles a una utopía obstruida, y mantuvo una independencia de criterio a prueba de cualquier desafío civil y social. Estar de acuerdo con Vargas Llosa no era obligatorio: leer sus opiniones, sus tribunas, sus novelas, sí lo es. Nota aquí.



Fernando Navarro

 


Yami Safdie

 

Rafa Mora

 MEA CULPA (Pecados poéticos capitales)

Vive dios que rocé lujuriosamente la piel y los ojos de unos versos.
Que me armé de pereza para dar luz a poemas de antaño.
Que cometí gula, infinidad de ocasiones, al saciarme en los ágapes de mis compañer@s poetas.
Que sentí también ira por la alargada sombra dedocrática en certámenes poéticos.
Que por supuesto padecí de fiebres envidiosas por no escribir los versos más tristes esta noche.
Que me consumí en la avaricia de acaparar aplausos, miradas y laureles.
Y que el orgullo me incitó a autoproclamarme poeta sin equipaje ni vergüenza.
A día de hoy, redimido ya de tales actos,
descanso feliz en el parnaso de los olvidados.
cometiendo los mismos pecados, una y otra vez, pero con la beneplácita ácidez de los años.



Joaquín Calderón


 

Iván Ferreiro & Xoel López

 


Carlos Salem

 No hace falta pronunciar tu nombre para sentir

la falta de un ó rgano que no traía de fábrica.
No sé si era un cerebro capaz de sonreír,
una piel irreversible,
o esa mano tuya que te llevaste sin aviso.
Soy un monstruo de Frankenstein
a medio deshacer.
Voy vestido con un traje prestado
en tu memoria,
para que cuando trates de olvidarme no me encuentres,
pero sepas que sigo ahí .
Ahí . En ese trocito de ti
que no aparece en los manuales de anatomía.
Ahí .
Donde al tocarte sientes
la ausencia de un órgano
que no traías de fábrica.
Cuando quieras,
te cambio tu soledad por la mía.
O volvemos a presentarlas
y dejamos que se entiendan.



Celebración del día del libro


 

Turf & Lali Espósito

 

Diego Peretti & Federico D'Elía

 "La vida de todos es una actuación constante"

En la comedia escrita por el danés Lars Von Trier, el dueño de una empresa tecnológica contrata a un actor para no hacerse cargo de decisiones incómodas. El estreno habilita a una sustanciosa charla sobre los roles sociales, el estado actual de la industria... y el destino de la película de "Los simuladores".

No todo lo que reluce es oro. El dicho popular, utilizado de generación en generación para no dejarse llevar por las apariencias, se constata a cada paso por propios y extraños. En un mundo en el que lo que se ve es apenas la parte visible del iceberg, la realidad, la verdad, está cada vez más huidiza. En ese juego de engaños al que hay que descifrar en el que se convirtió la vida moderna, profundizada por la comunicación digital, se posiciona la trama de El jefe del jefe, la comedia que el jueves 17 se estrena en la sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza. La pieza, protagonizada por Diego Peretti y Federico D'Elía y dirigida por Javier Daulte, pone el foco en una empresa de tecnología en la que el supuesto dueño de toda la vida no existe y al que hay que inventar -actor contratado de por medio- para poder venderse, exponiendo las contradicciones del capitalismo y de la vida en sociedad.

Peretti y D´Elía son mucho más que compañeros de oficio. La sesión de fotos expresa una amistad que encuentra en el fútbol y en el oficio intereses comunes, en una charla activa que va y viene entre ellos con la naturalidad de quienes se conocen hace mucho y muy bien. Una amistad que comenzó hace más de dos décadas, cuando en plena crisis económica argentina aquel proyecto chiquito de hacer una serie sobre un grupo de socios que simulaban operativos para ayudar a la gente con problemas comunes se convirtió en Los simuladores, una de las ficciones nacionales más logradas en la historia de la pantalla chica. Una serie que parece cada vez más lejos del cine (ver aparte) y que en El jefe del jefe encuentra el paralelismo de que la trama también se vale de una simulación: un actor (Peretti) es contratado por el verdadero (y camuflado) dueño de la empresa (D´Elía) para hacerle creer a sus compañeros que es el propietario real, cuando en realidad fue él quién durante años tomó todas las decisiones de organización laboral.

“La gente se va a venir a divertir. Es una comedia diría que disparatada, pero no de enredos de living, sino que sucede en una empresa tecnológica”, le cuenta Peretti a Página/12, sobre la obra escrita por Lars Von Trier (el danés cofundador del Dogma 95). “Lo original es que sucede alrededor del mundo de la oficina, entremezclada en la trama con todo el folklore laboral y el mundo del actor. Son dos mundos que parecen antagónicos. Muchas veces los actores o los artistas, cuando nos preguntan ¿qué trabajo no resistiríamos?, casi lo primero que decimos es el de estar todo el día encerrado en una oficina. Y quizás un oficinista o un bancario nos dicen que ellos no entienden nuestros horarios. Son dos universos contrapuestos que chocan en esta obra. Chocan desde un lugar absurdo, no ilógico, sino absurdo, en una trama llamativamente hiperrealista”.

-¿A qué se refieren conque la trama es hiperrealista?

Diego Peretti: -En la trama no hay cosas mágicas. No me gusta decir la palabra porque parece que me estoy aprovechando, pero hay tanta simulación de simulación de simulación, no desde la simulación altanera de Los simuladores que nunca perdían, sino la de una simulación de vida de gente normal que tiene que actuar para resolver un conflicto dentro de una oficina. Todo eso provoca una cuestión de metaactuación que a mí me resulta muy lindo para trabajar el personaje, que es el de un actor contratado por el dueño de esta empresa para hacerse pasar por alguien que no es.

-¿Hasta qué punto llega la complicidad entre el actor contratado y quien lo contrata?

Federico D`Elía: -La única complicidad que existe entre los dos es que el dueño lo contrata a él y nada más. O sea, nadie más sabe que él es un actor. Y el jefe le da una suerte de libreto, lo que puede… Le da ciertas indicaciones, cosas que él tiene que cumplir porque lo que tiene que hacer es muy sencillo. Bah, de inicio parecería ser muy sencillo, pero se va a ir complicando con diferentes cosas que pasan en la trama. La complicidad es entre ellos dos, pero hasta un punto, donde todo ese trato se empieza a irse de la manos. Nota aquí.



Tute

 


miércoles, abril 16, 2025

Sabina & Leiva

 

Café Bar Alsina

 Cafetines de Buenos Aires: El Alsina, donde predomina el color rojo en una cuadra repleta de edificios históricos

En la esquina de Alsina y Solís se erige un clásico bar del porteñísimo Centro de la ciudad de Buenos Aires. Está cerca del Congreso y en su cercanía vivió el artista francés Marcel Duchamp en su paso por la Argentina.

En 1941 el pianista Sebastián Piana compuso, con letra de Cátulo Castillo, el tango Tinta Roja. Por entonces, en la esquina sudoeste de Adolfo Alsina y Solís, en una cuadra pródiga en patrimonio histórico y cultural del barrio de Montserrat, se levantó un edificio en cuya planta baja había un bar con billares. Hoy, en el mismo lugar, funciona el Café Bar Alsina. Fui de recorrida y cuando empujé un manijón de una de las dos puertas de doble hoja y entré, me sentí dentro de los versos de Cátulo. ¿Acaso el café está pintado de rojo en su interior? Claro que no. Sin embargo, el rojismo de sus gruesas cortinas, que niegan el paso del sol por toda la esquina, dominan la paleta cromática del lugar.

El Alsina es un clásico café del Centro. Tiene piso con forma de damero, boiserie en todas las paredes que rematan en espejos, mesas con tapas de color verde y sillas acolchadas de la misma tonalidad. ¿Por qué da tan rojo el lugar entonces? Pues por como ingresa la luz del sol y por la cantidad de espejos que multiplican e invaden todo de color rojo.

Ramón Pinto está al frente del Café Bar Alsina desde 2014. Es un gastronómico con muchos años en el oficio. En 1984 entró a trabajar en el Histórico Bar de Diagonal Sur en Presidente Julio A. Roca 622. En mi relato sobre el Bar Comet mencioné al Histórico como una de las referencias inevitables a la hora de hablar de los cafés con carpintería de aluminio que fueron representativos de una época en la ciudad.

Entre 2004 y 2014, don Ramón fue uno de sus socios hasta abrirse del Histórico para asumir las riendas del Alsina. Me cuenta Ramón que antes de desembarcar con su familia en la esquina de Alsina y Solís, el boliche era administrado por unos gallegos que también tenían una fábrica de pastas en la esquina de enfrente. Y que, a partir de su gestión, el local cambió de nombre por “Alsina”. Bien por Ramón. Una manera correcta de generar pertenencia con el territorio vecino es asignarle al negocio una denominación que la barriada pueda apropiarse. Le pregunté a Ramón por el primitivo nombre comercial y me dijo: “Alai”.

Pedí un café y volví a mi mesa para continuar con mis observaciones. ¿A qué me referí cuando dije que la cuadra ofrece un patrimonio cultural de excepción? Por ejemplo, en su arquitectura. En la esquina de enfrente, la sudeste, existe un edificio de rentas, de estilo academicista francés, construido en la década de 1930, que remata en una cúpula, que también es una vivienda familiar, con forma de tambor, de tres niveles.

Pero, específicamente en la cuadra del Café Bar Alsina, a la altura del 1700, las historias vividas son insuperables. En el departamento número 2 de Alsina 1743, a media cuadra del Alsina, entre septiembre de 1918 y junio de 1919, vivió Marcel Duchamp. Esto es al año siguiente de que el creador del arte conceptual presentó, a la Sociedad de Artistas Independientes de Nueva York, su obra “La fuente”, el famoso mingitorio. Se desconoce por qué Duchamp pasó una breve temporada en Buenos Aires. Probablemente estuviera relacionada con huir de la Primera Guerra Mundial y evitar su reclutamiento. Lo poco que se sabe de su estadía porteña surge del intercambio epistolar mantenido con amigos y coleccionistas. Tan limitada era la información de la estadía del artista en Buenos Aires, que cuando la Televisión Francesa vino a registrar dónde había vivido Duchamp, nadie por el barrio tenía idea del hecho. Nota aquí.






Pedro Pastor


 

Víctor Lemes

Paris Joel

 La Guinda

Nos faltaba algo,
La guinda del pastel,
Esa calidez inmediata
De regalarte el oído,
De alegrarte la vista,
De subirte la autoestima,
Y saber, al momento,
Casi en directo,
La vida de los demás
Para olvidar la tuya,
Sacudir la alfombra
A todo el que se acerque,
Pero, por encima de todo,
Nos faltaba la globalización
De poder presumir
De lo que no se tiene,
Por eso, el buen Dios,
Miró en otra dirección,
Cuando el ángel caído
Puso a nuestra disposición
Coltán y pantallas.
Con lo fácil que es contentarnos!
Llamar nuestra atención,
Una musiquita,
Un zumbido de abeja
En el pantalón,
Tres palabras prefabricadas,
Un emoticono,
Imaginería,
Movimiento,
Color...
La magia de la dopamina hizo el resto,
Se marchitaron las tertulias,
Los buenos días,
Los juegos y las mascotas,
Murió la música,
La literatura,
Y renacieron memes,
Memos y Trolls.
Ahora, por fin,
Ya somos maleables,
Moldeables,
Y dependientes,
Ya no nos falta nada,
El Génesis quedó reescrito,
Gratia plena a la wifi
Y al cable.
Amén!
(En la edición apócrifa era: Amen!
Una forma verbal imperativa
De una lengua muerta)



Esther Zecco


 

Ferran Exceso

 

Tontxu

 Elena nos cuenta por Facebook.

Tontxu (Juan Antonio Ipiña) en su Gira 25 Aniversario en un formato acústico y minimalista aterrizaba en su querida #barcelona dentro del Festival Emprentes en la sala que apuesta por la #cultura y por la música en directo, la bella New Fizz situada en el Example Barcelonés.
El bilbaíno alumbró la noche y prendió corazones y gargantas con sus temas punzantes, sensibles y algunos de ellos autobiográficos y otros históricos. Desgarradores, porque arañan el alma y calan hondo.
La Música que nace en el corazón, aunque pase el tiempo sigue activa y sigue emocionando como siempre.
Maravilloso Feedback entre el artista y el público que llenaba la sala y que hicieron unos coros preciosos, acompasados, rítmicos y vocalmente armoniosos.
El compositor agradecía el cariño recibido.
El cantautor desgranó casi veinte temas que daban buena cuenta de su larga trayectoria vital y musical.
Un viaje sonoro por su discografía. Tiene 18 discos en el mercado y dice haber compuesto más de 1000 canciones, así que hemos disfrutado de algunas de ellas, las más míticas, las imprescindibles, las más populares y demandadas y también las que Tonxtu le apetece compartir en sus directos.
Bellas pinceladas que repasan su carrera artística.
Sus letras profundas y reflexivas han sido parte de su mérito. Ofrece un pedacito de su esencia a través de su lírica, de su voz y de su guitarra, un paseo lleno de ternura, nostalgia, reivindicación y de memoria social.
Este compositor de canciones hilvana con soltura emociones y sentimientos y ha sabido conectar magníficamente con su público que ha salido del concierto absolutamente feliz y renovado. Eriza la piel con su voz y sus historias de amor y de vida.
Una catarsis de poesía y de verdad a través de su glosa. Fabuloso.








Pedro Guerra


 

Merino

 

Leiva

 Fran nos cuenta por Facebook.

Hace un par de días, mi hija Marta (la que, por fortuna, me tiene conectado con "la modernidad", porque si fuera por mí, sólo escucharía canciones viejas ), me envío está canción, una de las incluidas en el último disco de Leiva.
Pues bien, resulta que Leiva vive en mi barrio (Alameda de Osuna). Bueno digamos que yo vivo en el suyo, él lleva aquí desde que nació, 45 años. Yo llegué hace 32.
Me ha sorprendido esta canción, donde menciona gente, lugares e historias que he conocido. Mi calle era conocida en el barrio porque había un montículo y arriba de él pasaba una vía del tren que antiguamente llevaba la gasolina al aeropuerto, por eso mi calle era conocida como "la calle de la vía". Recuerdo que desde mi balcón veía a mi derecha, a pocos metros de mí, arriba de la vía, a los muchachos sentados allí con las guitarras y los bongós tocando, tal y como dice Leiva: "Raperos, hippies, punkis en las vías, sacando riffs de Zeppelin con los muchachos". También nombra al "Checa", ya desaparecido, estaba en mi calle, en la esquina junto a correos, enfrente de donde luego hicieron el metro. También nombra la sidrería de la calle Canoa.
Y luego, claro, Alameda de Osuna es uno de los barrios más musicales de Madrid, o mejor dicho, más musicales de España. Es difícil haber tenido contacto con la música en España en los últimos 40 años y no haber tenido contacto con ningún músico de la Alameda. Leiva nombra a los "Buenas Noches Rose", los "Yoghourt Daze", "Cabeza de canoa", "Alamedadosoulna", "Malahierba" y muchos más, que Leiva no nombra ("Cantalarana", "Carzy Child", "Estado de Sitio", "Garaje Jack", Carbono 14", "Wild rana", "Porros Folares", "Malaria", los "Le Punk", que eran mis vecinos, vivían en la puerta de al lado..... o los mismísimos "Sidecar", liderados por Juancho, hermano del propio Leiva). Leiva junto a Rubén Pozo formaron "Pereza" y fueron "el grupo del barrio". Leiva lo sigue siendo, "el músico del barrio". me lo sigo encontrando comprando pollo o la fruta.
Además de nombrar a "Boa Mistura", que pintaban muros y trenes en el barrio, nombra al "Charanto's". Leiva empezó a jugar al fúltbol en el "Charanto's", equipo al que daba nombre el bar de mi amigo Antonio Bellerín. Él era rubito con pelo rizado y los compañeros, por el parecido, le llamaban "Leivinha", como el jugador del Atlético de Madrid, de donde tomó su nombre artístico, ya que él se llama "José Miguel Conejo Torres".
Hoy, volviendo de darme la quimioterapia en el hospital comí en Charanto's (magníficas las lentejas) y comentaba lo de la canción con Antonio. Él no quiere aprovecharse de la publicidad que le ha hecho Leiva, pero yo si que quiero acordarme de él y de mi barrio. Yo viví mis primeros 28 años en Usera, de dónde me siento muy orgulloso, pero allí ya no conozco a casi nadie (aparte de a mi madre, claro) y además no hablo mandarín (fue el barrio elegido por los chinos para asentarse en Madrid). Luego viví 2 años en Delicias y después 32 en la Alameda de Osuna, así que.... soy más de aquí que de ningún otro sitio. Para bien o para mal.
Os dejo una foto con mi amigo Antonio y otra de la vía que pasaba por mi calle. Por supuesto, también os dejo la canción de Leiva.